Se acerca la carnestolenda.
Aún el sol está ya carnavalesco:
Arroja pigmentos amarillos
y persigue todo vericueto.
Ya vienen las garotas desvestidas
y hombres circuncidados y longevos.
Habrá varas y báculos que dancen
y pezones erguidos en sus pieles.
Hervirán los payasos en los boulevares
y el rey momo se reirá estéril.
Esta es la gran fiesta de la carne
que durará cuatro o más trasnochos.
Todo aquí es válido y permitido.
Yo me atragantaré de ella
como lo hace un áspid de una tórtola.
Seré gulutural y carrasposo
y hablaré como engolado galán.
Seguiré las mismas vías del sátiro
y sobre las chicas esparciré mi caspa.
Entre papelillos y raudas serpentinas
me alejaré de engorrosas molestias
y olvidaré temporalmente que nací flemático
y que soy más frío que los escandinavos.