Don Domingo
Publicado en Apr 06, 2009
Él me daba miedo, no lo podía evitar, su presencia me atemorizaba… el solo pensar que al día siguiente iría a mi casa a arreglar una de las tantas cosas que él y solo él, según mi mama, podía arreglar era motivo para una serie de pesadillas que desembocarían en la mayor parte de la noche despierta, con mama al lado de mi cama tratando de conciliar mi sueño.
Era su voz profunda desde la reja de mi casa avisando su llegada, eran sus murmullos al trabajar, eran sus ojos con una tela que no dejaban distinguir color alguno, era su lento caminar, eran muchas cosas las que me provocaban temor, pero por sobre todo era su rostro, su rostro lleno de cicatrices que asimilaba a los monstruos mas temibles de mis cuentos. Creo que mi mamá sabia de mi temor, pero nunca dijo nada solo me abrazaba sonriendo cuando corría a sus brazos al escuchar su voz. Ella con gran dificultad caminaba hacia la puerta conmigo entre sus piernas… nunca lo miraba de tan cerca pero ese día fue distinto.. de entre las piernas de mi madre alce mi pequeña cabeza de seis años y ahí lo vi, esbozando una mueca para mi… mi mamá comprendiendo el apretón que le di a sus piernas se apresuro en decir “Don Domingo te saludó… no lo vas a saludar tu también?... yo solo quería llorar así que solo hice lo que mi cuerpecito en ese entonces me permitió y que fue aferrarme aun mas a mi mama… con el pasar de lo años comprendí que esa horrible mueca que su rostro me obsequio era una sonrisa. El haber enfrentado mi temor y mirarlo a la cara de tan cerca me dio el valor para no dejarme llevar por mis deseos de encerrarme en mi cuarto … ese día lo vi trabajar toda la tarde, escondida si, detrás del respaldo de una silla. Desde ese día el temor dejó de ser persistente, las pesadillas comenzaron a disminuir ante la noticia de su pronta visita, todo esto gracias a la gran curiosidad que opaco al temor mezclada con el pasar de los años. Si bien, nunca, incluso ni en mi adolescencia cruce mayores palabras con “don domingo” a parte de los saludos por cortesía, a ese viejito de 1,70 que en mi niñez era un monstruo gigantesco, le tome cariño y respeto por ser quien podía arreglar todo. Se me hace difícil pensar que hoy no vendrá al llamado de mi madre por su olla a presión defectuosa, que ya no vendrá nunca más, pensar en quien lo reemplazará, en quien podrá ser el “arréglalo todo”, en aceptar a esa persona ajena en la casa… pero mas difícil se me hace pensar que nunca compartí con el mítico “don domingo”, con ese viejo que con su trabajo espantaba a la soledad de los años… a ese viejo que me regalo lo mas escaso para un hombre de su edad: una sonrisa.
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florencio malpica
Verano Brisas
Ral lvarez
En este relato has logrado lo que te falta en los otros dos : PROFUNDIDAD PSICOLÓGICA.
TE FELICITO. SIGUE ESCRIBIENDO.