Pasan las jóvenes en sus faldas fucsias
envueltas en sus chácharas y dialogos.
Caen las permanentes sobre sus encajes
y sus labios son preciosos y pintados.
Van hablando de rubores y de rímeles
y la ropa interior que está de moda.
Andan sobre sus piernas primorosas
largas como el delirio y el deseo.
Obreros y paleros las contemplan
y las sueñan danzando en sus moléculas.
Ríen en sus anchos corpiños
algo conscientes de las locuras que generan.
Las anhelan locutores y promiscuos
y mi oscuro corazón también las vela.
Desde quinceañeros hasta octogenarios
dejan en ellas su pupila atónita.
Ellas van apegadas a sus hormonas
y son como flores incendiarias
extendiéndose en un mar de racimos.
Yo veo sus incisos dulces,
sus suaves sonrisas principescas
y quisiera dejar de lado mis quehaceres
y seguirlas y seguirlas hasta el véspero.
Por si consigo que se insinúe un abrazo
o una sonrisa se cuele a mi favor.
Las lleno de halagos y piropos
y son para mí ramillete riente.
Sé que la luna será cómplice de mis actos
soltando, a babor y a estribor,
polvo constelar y ambiente de romance.