De repente me doy cuenta que soy daltónico, pero no puede ser, si se distinguir perfectamente los colores. ¿Cómo es que esta todo en blanco y negro? ¿Y que hago yo aquí, En esta frutería en medio de la calle? Es muy extraño.
El frutero me da una bolsa de papel llena de manzanas y me dice que son dos dólares. ¿Dólares? Pienso yo.
Me saco la cartera del bolsillo, la abro, y veo que contiene cinco dólares en blanco y negro.
Le doy los cinco dólares al frutero, y el me devuelve tres.
-muchas gracias sr., que pase un buen día-. Me dice el frutero con una sonrisa que le llega de oreja a oreja.
La calle albergaba todo tipo de puestos, pescadería, frutería, panadería, churrería, bollería, carritos de helados, etc.
Cuando me disponía a irme escuche a un organillo al final de la calle, lo tocaba un hombre que tenia un mono sobre el hombro. Otro hombre con un sombrero se le acerco y empezó a cantarle muy flojito. Cuando el que cantaba se giro de cara a la calle, una animada pieza musical compuesta por una orquesta de vientos se escucho desde la nada.
El cantante, cantaba en ingles, bailaba sobre la acera, abrazaba a las Sra. Mayores y danzaba con ellas, les canto a los dueños de los puestos cercanos y estos dejaban sus puestos y se unían al cantante bailando y cantando todos al unísono la misma canción en ingles y avanzando por la calle.
La cara del cantante me sonaba bastante, pero no caía de quien era.
Para cuando el cantante llego a mi altura, la calle llevaba un río humano compuesto por decenas de personas en blanco y negro, el frutero que me atendió también se les unió, y yo me vi arrollado por la muchedumbre que cantaba al unísono. Caí en el suelo y fui pisoteado por todos los que cantaban detrás del cantante. Pude notar como se me rompían todos los huesos, las costillas se me clavaron en los pulmones, el estomago reventado me provocaba vómitos de sangre, y cuando estuve a punto de perder el conocimiento me acorde de quien era el que cantaba. Era el que bailaba bajo la lluvia.