Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde
Publicado en Nov 22, 2009
Pamela camina descalza por el pasillo de su casa, vestida solo con un invernal pijama. Llega al living, se encuentra con sus padres que están sentados en un sofá mirando el fuego. Pamela se ubica detrás de ellos, quiere realizar una pregunta que la inquieta, que no la ha dejado dormir, rompe el silencio, les habla y les pide que la miren, los padres de la pequeña niña se asustan y rápidamente giran sus cabezas y observan a Pamela de pies a cabeza.
-¿Por qué me llamo Pamela? –pregunta inquieta la niña Alexander, el padre, observa a Aurora, la madre, en sus ojos se refleja el dolor que le provoca el recuerdo generado por esa pregunta, Aurora penetrantemente lo mira a los ojos y le hace entender que llego la hora de contar esa triste historia. -Hija, venga a sentarse junto a nosotros, creo que llego la hora de contarle por que se llama así –pide Alexander, dejando un espacio en el sofá para que su hija se siente junto a él. Aurora se levanta del sofá, y les ofrece a Alexander y Pamela una taza de chocolate caliente. Alexander observa nuevamente a su hija. -Bueno hija, creo que es hora de que sepas el porqué de tu nombre -Así es, quiero saber porque me llamo Pamela -Te contare desde el principio, todo comenzó cuando… 20 años antes… Alexander es un estudioso universitario, estudia la carrera de periodismo, al igual que Aurora. Se encuentra en clases y el profesor de dirige al alumnado, les asignara una tarea. -Como todos saben, los periodistas se encargan de cubrir la vida de personas famosos y de informar a la ciudadanía el cómo acontecen ciertos hechos. La tarea que deberán realizar es algo totalmente inverso, deberán entrevistar a alguna persona que nadie conozca, pero que tenga alguna buena anécdota o que su historia de vida sea interesante. El profesor al pronunciar estas palabras, genero en los alumnos una especie de sentimiento de angustia, ya que la terea en la teoría sonaba algo fácil, pero todos sabían que serian días de búsqueda de esa persona especial que cumpliera con los requerimientos que el profesor solicitaba. Al terminar la clase, el día académico está concluyendo, por lo que Alexander toma rumbo hacia el departamento en el que se hospeda, ya que no pertenece a la ciudad en la que se encuentra la universidad. Mientras camina hacia la salida, una voz le pide que se detenga, le parece familiar, por lo que Alexander se gira y se sorprende al ver que es su amiga Aurora, la que rápidamente se acerca. Una vez junto a él, Aurora observa a su amigo, Alexander nota algo que no nunca había visto en ella, melancolía, desesperación, no sabe definirlo, Aurora le pide un minuto. -¿Para qué sería? Tú sabes lo ocupado que soy –dice Alexander en forma de broma. Aurora no le quita los ojos de encima, lo observa sin pronunciar palabra. -Aurora, ¿no tenias que decirme algo? –Pregunta Alexander nervioso -Alex, ¿Me consideras tu amiga? -Creo que eso deberías saberlo, pero para que te quedes tranquila, claro que te considero mi amiga –Responde con una sonrisa nerviosa. Aurora aun sin quitarle la mirada de encima, deja escapar una lágrima. -Entonces perdóname por lo que te hare –Pide Aurora mientras se acerca a su amigo, Alexander no sabe cómo reaccionar, solo se queda estático. Aurora poco a poco se acerca hasta que llega a los labios de Alexander y lo besa, lo besa como si el mundo dependiera de ello, Alexander se sorprende con lo que está ocurriendo, aun así, se queda quieto y disfruta de beso, pero reacciona, se aparta y mira a Aurora con la cara llena de odio. -¿Por qué hiciste eso? Nosotros somos amigos, entre nosotros jamás pasara nada –Grita Alexander retrocediendo para luego volver a caminar hacia su departamento. Aurora ve a su amor alejarse, no lo soporta, se siente ridícula y avergonzada, pero su amor es más fuerte, a pesar de lo lejos que va Alexander, le grita que lo ama y que nadie cambiara eso, Alexander solo acelera el paso, no quiere escuchar nada. Al llegar a su departamento, Alexander se sienta en un sillón que esta junto a la ventana y observa el parque que está a la salida de del edificio. Piensa, piensa en su familia, la que le se esfuerza mucho para darle lo que tiene y las comodidades que goza a pesar de no estar en su casa. Siente que la pena le arrebata el corazón, aun mas mal se siente al recordar lo que le ocurrió en la mañana con su mejor amiga, siente que ya no puede confiar en nadie. Pero se da ánimos y decide salir a dar una vuelta por los alrededores, quiere pensar en otras cosas, toma su bolso y sale del departamento. Camina unos minutos por el parque pero su tristeza no desaparece o al menos no logra pensar en nada más. Decide salir de los suburbios y caminar hacia el centro. Al cabo de un par de horas de caminata, da con un deteriorado psiquiátrico, el cual da el aspecto de estar abandonado. Alexander al ver este panorama, decide buscar a un divertido personaje dentro, para realizar su entrevista. Al entrar se encuentra con un largo pasillo, el cual solo tiene un escritorio en donde está la recepcionista, se acerca a ella. -Buenas tardes, quería saber si es posible realizar alguna entrevista a alguno de los pacientes -No, no puede, los pacientes son muy agresivos y no nos hacemos cargo de los daños que podría sufrir –Contesta la recepcionista sin interés y con la cabeza baja. Con esta respuesta, Alexander toma rumbo a la salida, se da cuenta qua nada conseguirá, pero alguien lo toma del brazo, Alexander se asuste y se gira y se encuentra con una simpática anciana vestida solo con un camisón de dormir. -A mí si puede entrevistarme, yo no soy agresiva. -De verdad, que bueno, ¿Dónde la puedo entrevistar? -Vamos al patio, es muy tranquilo ha esta horas, los demás están encerrados. Caminan hasta el patio, al llegar se sientan en un escaño, Alexander encuentra que es el lugar perfecto, es cálido y muy bello, primaveral. Una vez sentados, Alexander comienza su entrevista con las preguntas de rutina. -Muy bien, para comenzar necesito saber cuál es su nombre -Me llamo Pamela -Pamela, bien. ¿Qué edad tiene? Si se puede saber –Comenta Alexander para romper un poco el hielo. -Tengo ochenta y ocho años. Tú me heces muchas preguntas, pero yo no sé nada de ti, ¿Cómo te tendré confianza para contestar a sus preguntas? -Bueno creo que tiene razón, esta entrevista es para la Universidad, estudio la carrera de periodismo, tengo veinte años y me llamo Alexander La anciana al escuchar el nombre del joven, se estremece, sus facciones cambian, como si algún recuerdo apareciera con el solo hecho de mencionar el nombre de “Alexander”, sus ojos de clavan en los de Alexander, se nota una mirada melancólica y desesperada. -Tú necesitas una entrevista para el trabajo de tu Universidad y yo necesito alguien que me escuche, necesito desde hace mucho desahogarme ya pensaba que moriría con esta culpa. -Bueno yo solo necesito una entrevista, nada más -Eso es lo que es, una entrevista –Suplica la anciana con congoja. -Entonces creo que está bien –Decide resignado Alexander -Bueno todo empieza cuando yo tenía dieciséis años… 72 años antes… Pamela estudia en un colegio como cualquier otro, al igual que cualquier otra adolescente, tiene su grupo de amigos, Matilde, Alexander y Constanza. Ese día durante la clase, el profesor les deja un trabajo a sus estudiantes, el cual requiere que se unan en grupos de 4 personas. Matilde al escuchar las instrucciones se dirige a hablar con Alexander. -Haremos el trabajo los tres, Pamela, tu y yo, ¿Cierto? -Sí, pero el trabajo es de cuatro, nos falta uno Al terminar la frese llega Constanza, la que muy alegre les dice que dejen de buscar al integrante faltante. Al terminar el día, Alexander al igual que siempre regresa a su casa. Mientras camina, se encuentra con Constanza, la que le propone irse juntos, como son amigos, Alexander acepta. -Sabes Alex, estoy muy preocupada por el trabajo, es muy difícil -Conny relájate, el trabajo es para tres meses mas -Alex te encuentro muy inteligente y, y lindo también Alexander al escuchar esto, detiene su caminata, observa a Constanza y sonrojado le da las gracias, pero Constanza no solo quiere decirle lo que siente. Se abalanza sobre Alexander e intenta besarlo, pero Alexander reacciona muy rápido y la aparta. -¿Qué intentas hacer? –Pregunta Alexander con intriga e ira. -Alexander, tú me gustas, me gustas mucho, por eso hago esto –Contesta Constanza, entre pena y vergüenza. -Lo siento Conny, pero tú no me gustas a mí, me gusta Pamela y es a ella a la que le quiero entregar mi primer beso –Dice Alexander con pena por romperle el corazón a Constanza y corre hacia su casa, dejando sola Constanza en medio de la calle. Al escuchar estas palabras, Constanza se queda estática, solo observa como Alexander se aleja, lo que le inunda el corazón de tristeza y rompe en llanto, sin importar que el mundo entero la vea. Al otro día, Alexander al llegar al colegio, se acerca a Matilde para contarle lo sucedido. -Mentira que la Conny quiso hacer eso -Sí, me dio entre risa y rabia, pero le deje en claro que mi primer beso se lo daré a la Pamela, porque es ella la que me gusta -Es que no te creo, le dijiste a alguien lo que sientes por Pamela, eso sí que es raro. A todo esto, pobre Constanza, que pena por ella. Matilde no alcanza a terminar la frase cuando aparece de la nada, Pamela. -¿Quién te da tanta pena? Los dos amigos se quedan mudos al ver que Pamela se puede enterar de todo, por lo que toman carrera hacia la sala, dejando a Pamela sola y sin entender que está pasando. Ese mismo día por la tarde, luego de la jornada escolar, llega a la casa de Pamela, Constanza. Pamela al escuchar que llaman a la puerta, rápidamente se dirige a abrir. -¿Conny? ¿Tu por acá? Pasa –Dice Pamela desconcertada por la visita y le hace el ademan con la mano de entrar. -Sí, aunque te parezca raro ¿Qué tiene de malo que venga a ver a mi amiga? –Añade Constanza con cizaña. Pamela guía a Constanza a la sala, le ofrece asiento. -Bueno Pamela te preguntaras el porqué de mi visita. -Bueno en realidad no, como dijiste que venias a ver una amiga -Bueno pero ese era una broma, tengo otro motivo –Dice Constanza con una sonrisa macabra en la cara. -A sí, ¿y qué seria ese motivo? –Pregunta Pamela intrigada -Lo que pasa, es que tu amiguito Alexander, está profundamente enamorado de ti, ¿Qué te parece? Pamela no cree lo que escucha, no quiere darle cabidas a las palabras de Constanza, pero algo dentro se siente atraída por esa situación, aun así quiere confirmarlo Alexander. -Bueno Pamelita, ya me tengo que ir, Adiós –Arremete Constanza con sarcasmo Pamela no es capaz de levantarse de su asiento, solo da un escueto Adiós y ve como Constanza se marcha. Al otro día, Pamela llega muy temprano al colegio, se ubica en la entrada, quiere aclarar las cosas lo más rápido posible. Luego de un rato de espera, aparece Alexander, muy alegre como siempre. -Pamela tu por acá tan temprano -Sí, es que tengo algo que hablar contigo –Revela con algo de rabia Pamela, tomado del brazo a Alexander y llevándolo a un rincón -¿De qué sería? –Pregunta intrigado Alexander, dejándose llevar -¿Por qué le dijiste eso de que te gusto a la Conny? -Esa Constanza, que es copuchenta -Ósea es verdad -Sí, es verdad, Te amo Pamela –Dice Alexander, sin dejar de mirar a Pamela y acercándose lentamente a sus labios, hasta entregar su primer beso, Pamela siente mariposas en el abdomen con el beso, parece que tocara el cielo, pero aparta a Alexander y le da una bofetada. -¡Pamela!, ¿Por qué hiciste eso? –Grita intrigado Alexander -Porque somos amigos, entiende eso, espero que no se te olvide – Grita Pamela mientras corre al interior de Colegio. Ya a la hora de salida, Matilde se acerca a Pamela, quiere averiguar qué fue lo que realmente paso. -Lo que paso es que el Alexander me dio un beso porque según él me ama, ¿te das cuenta? -Por fin se anima a hacer algo -¿Cómo?, tu lo sabias -Perdón amiga, es que Alex me pidió que le guardara el secreto -Pero quítate esa carta de felicidad, entre Alex y yo jamás pasara nada, somos amigos, que no se te olvide. -Pero Pamela, eso no importa, ustedes se quieren, eso se nota -Entre amigos no pasan esas cosas, yo creo en la amistad entre un hombre y una mujer - Concluye Pamela orgullosa de su discurso, Matilde solo la observa con la cara llena de rabia por las locuras que su amiga dice. A pesar de todo lo ocurrido, las cosas continúan normales, aunque Alexander no deja de decirle palabras de amor y coquetearle a Pamela en todo momento. -Parece que tú no te aburres ni en los recreos -Lo hare una vez que tu reconozcas lo que sientes por mi -Eso me gusto, estas bien loco tu, déjate de molestarme, además yo no hare eso ni aunque tu vida dependa de eso, porque yo no siento nada por ti. Alexander solo observa a Pamela mientras le dice esa frase, tratando de ser meloso, pero a la vez con una picara sonrisa que deja entre ver que algo planea. Luego del recreo, los alumnos vuelven a sus clases. Al comenzar, el profesor les deja una actividad para que realicen durante esa hora. Al cabo de un rato, Alexander se dirige a hablar con el profesor, le pide permiso para ir al baño, el profesor lo dejara ir solo si termino su actividad, cosa que Alexander ya realizo, por lo que sale de sala rápidamente. No alcanzan a pasar unos minutos, cuando el curos entero siente gritos en el patio, el profesor se levanta de su silla y se dirige a la puerta, pidiéndoles a los alumnos que se queden en sus lugares. El profesor abre la puerta y sale de la sala, pero jamás regresa, el curso se impacienta, porque los gritos continúan y nadie les da explicaciones de lo que ocurre, por lo que en un acto algo instintivo, al unisonó todos se levantan y corren al patio. Pamela se impacta al ver a Alexander parado en el techo del colegio, desafiando la gravedad, gritando “Admítelo Pamela”. El colegio entero al escuchar esto, se gira y se quedan observando a Pamela, la que no da cabida para lo que está ocurriendo, no puede sacar su mirada de la escena que protagoniza Alexander. El profesor se acerca a Pamela, la intenta sacar de tu impacto tomándola del brazo, pero Pamela continua impávida. -Pamela, nadie ha hecho entrar en razón a Alexander, así que se decidió que subas para que lo convenzas de que baje, por lo que se ve, quiere hablar contigo –Pide el profesor con mucho tacto, Pamela hace notar que está dispuesta dando un par de pasos hacia delante. Una vez en el techo del colegio, Pamela intenta que Alexander entre en razón, le pide de forma desesperada que se baje. -Parece que si te intereso un poco –Dice Alexander con sarcasmo -Claro que me importas, eres mi amigo y no quiero que nada malo te pase, me sentiría muy culpable –Responde con miedo a lo que este por ocurrir Pamela -Entonces admite lo que sientes por mí –Grita Alexander -Alexander te quiero mucho, pero solo somos amigos -Intentemos algo más entonces –Añade Alexander parado en la orilla del techo, tambaleándose -Alexander, entiende, yo quiero creer que existe la amistad entre un hombre y una mujer -No me estas respondiendo lo que yo te estoy preguntando -Alexander bájate por favor, si te pasa algo yo me muero –Exige Pamela llorando -Si te mueres es porque sientes algo ¿o no? –Pregunta Alexander con la cara llena de esperanza -Sí, siento muchas cosas por ti, acaso no te das cuenta que te amo –Admite Pamela llorando desconsoladamente -¿Por qué te costaba decir tanto eso? –Pregunta Alexander desconcertado -Tenía miedo a amar, además quería creer en la amistad, pero lo admito, te amo. Ahora por favor bájate –Exige Pamela, estirando sus brazos. Alexander intenta dar un paso hacia delante, quiere encontrarse con su amor y fundirse en un beso de infinito amor, el techo está muy deteriorado, se resquebraja, dejando caer a Alexander, muriendo al instante. Pamela intenta socorrerlo, pero se da cuenta que es demasiado tarde. Pamela no cree lo que está pasando, cae de rodillas y llora de una forma desgarradora. Los profesores deciden bajarla del techo, en un comienzo se resiste, pero la convencen, Pamela solo llora, nadie cree lo que está pasando. En el funeral, Pamela camina junto al ataúd, llorando desconsoladamente, no puede creer por lo que está pasando. Al llegar al cementerio, no es bien recibida por nadie, la familia de Alexander la repudia por lo ocurrido, incluso Matilde y Constanza odian a Pamela, esto la hace sentir aun peor, sus amigas no la quieren ver, por lo que sale corriendo del cementerio, solo quiere morir. -¿Qué hizo después de eso? –Pregunta Alexander intrigado y conmovido -Era otra época, mis padres, al igual que todos, no me perdonaron, no podían creer que por mi causa un buen joven había muerto, me echaron de la casa solo con la ropa que llevaba puesta. Vague por las calles por varios días, no entiendo como no morí, estaba loca de amor y dolor. Hasta que el destino me hizo llegar a aquí, en ese tiempo el psiquiátrico estaba recién inaugurado, así que decidí internarme voluntariamente y aquí estoy hasta el día de hoy –Termina de relatar Pamela, secándose las la lagrimas con la mano. Esta historia hace recordar a Alexander el problema por el que está pasando, Pamela tiene bastante experiencia en el tema, quiere un consejo, le cuenta por lo que está pasando. -Lo único que te puedo decir que debes aprovechar las oportunidades que te da la vida, no todos los días te vas a encontrar a una persona que esté dispuesta a entregar amor –Aconseja Pamela con esperanza. -Lo sé, pero ella es mi amiga, no quiero echar a perder eso -La amistad es algo bonito, pero si lo combinas con amor, se da una complicidad nunca antes vista -Tengo miedo de que si doy ese paso, se arruine no solo el amor, si no que también la amistad. -¡¿Sientes algo por ella?! –Grita Pamela enfadada por la terquedad de Alexander -Sí, siento mucho por ella -Entonces no dejes pasar más tiempo como yo, uno nunca sabes lo que tiene, hasta que lo pierdes –Termina Pamela resignada. Alexander se levanta del escaño, le toma las manos a Pamela y le da las gracias y corre, Pamela al ver esta imagen, se siente aliviada, con menos culpa. Ya es de noche cuando Alexander llega a la casa de Aurora, Agitado toca la puerta, pero nadie responde, pero una voz lo hace voltearse, es Aurora. -Alexander ¿Qué haces aquí? –Pregunta esperanzada Aurora -Lo siento, perdón por lo de la mañana, yo también te amo, no lo quería admitir, pero te amo –Dice Alexander mientras avanza hacia Aurora, llega muy cerca de ella y la besa, la besa apasionadamente. Aurora se siente feliz y le responde el beso. -¿Quieres pololear conmigo? –Pregunta Alexander mientras la abraza -Seria una estúpida si te dejo escapar, claro que quiero pololear contigo –Responde Pamela y le da otro cálido beso. -Una vez que terminamos nuestra carrera, nos casamos con tu mamá y te tuvimos a ti y en honor a esa señora que me abrió los ojos, te pusimos Pamela –Termina de relatar la historia Alexander -Que linda historia papá, pero me queda una duda, ¿Qué paso con la abuelita? -Al otro día que nos pusimos a pololear con tu mamá, yo fui a ver a la señora Pamela, pero me dijeron que lamentablemente había fallecido, así que ahora ella está junto a Dios. -Qué pena, pero ahora debe estar feliz -Eso creo. Bueno, ya es muy tarde, así que vaya a acostarse Pamela le da un beso a Alexander y rápidamente regresa a su cuarto. Al otro día, Alexander se dirige al cementerio a dejarle flores a Pamela. Se acerca y deja el ramo encima de la lapida y se sienta en el pasto. -Ay viejita, ya son veinte años de que nos dejaste, pero cada día me acuerdo de ti, eres la persona que me hizo muy feliz, gracias a tu sabio consejo. Ahora estoy junto a una mujer maravillosa, que si no es por ti, no me doy cuenta, espero que tú estés junto a tu amor, siendo muy feliz en la eternidad. Espero que cuides a mi hija, para que no caiga en lo que casi caigo yo y que lamentablemente tú viviste, que estés ahí en el momento oportuno para abrirle los ojos –Termina Alexander levantándose del suelo, toma rumbo para salir del cementerio y se percata que quizás Pamela no tenía como destino quedarse el niño que había muerto, sino que era el de unirlo a él con Aurora.
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Veneno
Un abrazo desde El Jardín del Odio.