CONDUCIR UN TRAILER
Publicado en Nov 23, 2009
Conducir un tráiler es la primera novela de Rogelio Guedea (1974), escritor del Estado de Colima y maestro de tiempo completo en la Universidad de Otago, Nueva Zelanda. En dicha obra se relatan dos historias: la de Abel Corona y la de su familia; dos historias que corren paralelas, que se entrecruzan, que se funden en una sola con la intención de llevar al lector a un viaje sobre ruedas que no tiene retorno y que es como la vida misma.
Abel Corona es un joven adolescente que emprende la huida de su casa por amenazas que ha sufrido su familia, pero también va movido por el afán de encontrar a su antigua novia que reside en la ciudad de Guadalajara. Esta historia, que empieza en Colima y termina en Nayarit en un viaje rumbo a Mazatlán, es una historia que se ubica en época reciente. El narcotráfico, los oficios y diligencias de la vida judicial, las costumbres de los pueblos, la riqueza o las tierras que se concentran en una sola familia y que parece ser la historia de cada pueblo a lo largo de todo México; las relaciones familiares, las relaciones entre amigos de la infancia y de ocasión, pero sobre todo los encuentros desesperados con las mujeres como buscando en ellas algo perdido en el fondo del alma, del alma de Abel, de la mujer o de ambos, son algunos temas que se entretejen en una trama ágil y divertida en la que el lector es el mayor beneficiario, sobre todo, en cuanto al lenguaje se refiere. Conducir un tráiler oscila como un péndulo para mostrarnos las expresiones y las situaciones más crudas a manera de una obra del realismo, pero al mismo tiempo en voces intensas y creativas que emanan de la boca y del pensamiento de sus personajes. Frases frescas, lozanas y atrevidas que emergen de la vida misma para cobrar existencia propia a lo largo y ancho de sus páginas. La obra está salpicada de imágenes acústicas, de juegos de lenguaje, de comparaciones, de analogías y de otros recursos literarios que hacen de su prosa una prosa ligera y exquisita a la vez. Una barbacoa cocina a fuego de escupitajos. Una ráfaga de iracundos pensamientos ante la impavidez de una boletera de autobuses. Una actitud fría ante un despojo humano que yace en las planchas de la morgue. Una declaración ministerial obtenida con una simple “calentadita”. Son, también, algunos de sus pasajes. Me parece, finalmente, que se trata de una novela que ya venía gestándose con una gran intensidad en el alma del escritor y que al correr de los años, no tuvo más remedio que emerger abruptamente, en el tiempo justo, como un volcán que se ve impelido a expulsar todo aquello que ya no puede contener en su interior. Sus 214 páginas pueden ser leídas en una noche o en el transcurrir de un día. Después del primer capítulo, en el cual se describe a los personajes importantes y parte del espacio geográfico, se va tornando en una historia cada vez más vertiginosa que sólo demuestra la necesidad que padece el autor por la escritura, una necesidad que refleja el dominio de este oficio. alajara.
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Jos Antonio
Si por mi culpa te lanzarás en busca de esta novela como si te lanzaras hacia un precipicio, asumo esta culpabilidd sin remordimiento alguno; sólo te advierto que no te vas a arrepentir ni yo contigo.
María de la Paz Reyes de Langella