Pérfida: Ya habrás seducido a otro
y olvidado nuestros intensos diálogos.
Seguramente lo habrás envuelto en tu malicia
y olvidado que fui para ti un instrumento trepable.
Probablemente ya lo habrás agredido
y devorado con tu hambre en la madrugada.
Ya habrás decidido que hacer con su cuerpo
como decidiste no conservar el mío.
Probablemente habrás conciliado el goce en su mirada
y lo postrarás miserable y rastrero.
Para luego seguir a otros huesos masculinos
y dejar en ellos tu sabor a gloria.
Ya lo arrojarás entre los arrecifes
como hiciste conmigo en tu tedio.
Pérfida: ¡Cómo duele que ya no me quieras
ni que tus abrazos me provoquen síncopes !
Allá, tirada en lo tiránico
sé que entregarás a otro tu hemisferio
y pondrás tu lencería roja sobre él.
Harás maromas rudas sobre su cuerpo
y le colocarás una serena mortaja.
Acontecerá también que lo dejes
porque nadie está exento de tu adios.