Genoma y feromonas: Romeo en llamas
Publicado en Nov 28, 2009
Al fin empañando vidrios y sofocándonos a besos. Más allá de las ventanillas, la ciudad parecía arrasada por unas aguas que no paraban de brotar desde las barbas mismas de un Hermes Iracundo, del enfurecido Señor. No había vestigios de vida humana en pleno Diluvio Universal, ningún ómnibus fantasmal que generara mareas violentas que azotaran zaguanes de calles anegadas.
¡Uau! ¿De dónde había sacado ese insólito abrigo de cachemira blanco cuyo roce me hizo entrar en trance? Existe magia porque existe la mujer. -creí que eran tus alas.- le dije, a medio camino entre un suspiro necesitado y un afectado tono donjuanezco. En la bíblica furgoneta, salvado del líquido Apocalipsis, liberé de la opresión del soutienne a ese par de senos que retozaron en una unísona exhalación. Con un cándido andar de besos fui internándome en aquella promesa de patria de leche y miel. Julia gimió sin filtros y me tomó por la nuca, como queriendo que me tragara la opulencia del mismo globo terso que yo acariciaba con ternura reverencial. Mordisqueé el tenue, el frutal rubí y ella contestó abriendo, en acto reflejo, las puertas al mismo edén de su gema, allí donde se encuentra todo el Santo Problema. Cerró los ojos para abrirlo todo. -¿¡Por qué mierda ya no usan polleras!?- Gritaron mis gónadas convulsionadas ... Yo también quise preguntárselo a ella, lector onanista; pero con aquel interrogante, válido aunque insensible, todo ardor iría a hacerse humo en una lluvia que nunca dejaría de caer. A pesar de la fricción con la que ya entrábamos al terreno del sincero arrancarnos ropas, surgió inoportunamente mi lado izquierdo y me contuve como un idiota. Julia sintió tal freno en la piel y, sobre todo, en el orgullo; me miró extrañada, aunque todavía posesa, con ojos vidriosos; sabiendo qué buscar y, como bruja cierta, dónde encontrarlo, deslizó una atrevida caricia. La detuve tomándola de la muñeca y con una mirada corderil. Ahora que lo pienso: ¿me habré desnudado como un pobre diablo a sus ojos, con el brillo del colirio en los míos, muertos de miedo, reflejando un corazón que se deshacía? En mi departamento, a manera de Excusa, carraspeando para romper el silencio ansioso, preparamos un mate que nunca tomamos. Puse música efectiva (que fue el disco Kamikaze de Spinetta, de 1982) como banda sonora de la tormenta de besos que se desató apenas un instante antes de que Julia me trepara, abrazándome con brazos y piernas. Así adheridos, mientras nos pasábamos las almas de boca a boca, llegamos a la cama. ("...cayó por fin, el loco kamikaze...") ¡Ahora si! ¡Presa en mi propia guarida iba a sucumbir, al fin, bajo el rigor de mi vara! Convertido en el déspota de mi lado diestro, y aunque me relamía, volví a lamentar con puteada mental, una vez más, que las mujeres en éstas épocas ya no usaran polleras. De todos modos, tiré de ambas botamangas al grito de: ¡fuera ropas!. El jeans voló inerte a un rincón. La protección de una mínima tanguita, que tenía el color de los unicornios y las hadas, apenas dejaba escapar a los flancos una débil felpa... Dios... ...¡un pubis angelical! Cuando sentí que me estaba por coger a una Graciela Borges veinteañera, temí volver a caer en la misma siniestra mariconada enamorada que, hasta la fecha, me había metido en relaciones nunca indemnes de dolor, mentiras, y posteriores fracasos. ...ah no, no, no... esta vez no lo voy a permitir, nena... dijo mi déspota, diestro y erecto, que sentenció: -Hay que cogérselas para no besarlas. Pretendí, como un vampiro en hojotas, hundir el hocico en su sexo, internarme así en sus profundidades, conocer el núcleo mismo de su gema, su sabor, su aroma y su calor, encontrar en ella la Jalea de la Vida, pero la respuesta de Julia fue tirar con fuerza los cabellos de mi nuca, ¡ay!, para apartarme y rápido cerrar las piernas con violencia, decretando tajante: -NO, a mí eso no me gusta... Ay. Ay. Ay. Un hacha de hielo me golpeó la médula. Me quedé inmóvil, aturdido, mirándola con ojos como platos y esperando, aunque sea, la complicidad de una sonrisa; pero con el semblante endurecido, el mentón levantado y la mirada hacia un lado, Julia decía gestualmente, en frío mármol, que era muy en serio "eso que no le gustaba". Mientras, mi verga y mi ego, ofendidos, se encogían en veloz comunión. -¡Puta de mierda! Zorra histérica y mojigata-. Clamó mi lado diestro. Asustado, la quise matar. Pero sólo me hice a un lado y encendí un cigarrillo. ("...ah basta de pensar... alguien llora allí... ...se cayó del alerce" Cantaba el Flaco Spinetta) Julia se cubría los pechos con ambos brazos y, para colmo, volvía a romper en el dichoso llanto de la perra renga. Allí , en la habitación de mi departamento de Barrio Palomar, de nuevo, afloró el boludo que fui, soy y siempre seré, bien machito como manda Dios. ("...hablan de piel... ¿De qué sabrán?"... Seguía llorando Luis Alberto) Hizo, nomás, el juego de lágrimas en el que siempre caí, caigo y caeré cada vez que se conmueva mi lado cardíaco, mi costado siniestro. Fumando me puse a contemplar, con una media sonrisa para conjurar la angustia, la desnuda palidez con la que me daba la espalda. La mañana que ya se filtraba por las celosías le daba un esplendor que me hizo adorarla; su cuerpo tenía el color, olía... era la mañana misma despertando; el negro de su cabello de explosión de culebras la volvía una Medusa de ensueños. -Perdoname, Inocencio-. Se dio vuelta y dijo entre sollozos: -soy una estúpida. Y volvió a darme la espalda. Pensé, mientras fumaba, rastrero como un vil edil y vuelto un lerdo Romeo en llamas: -una chica tan hermosa y con semejante culo no puede ser tan mala-. Con ternura empecé a buscar la dichosa Segunda Oportunidad. Hubo besos que se concatenaron hasta erguirme, ya "sentisemental". Penetré a Julia sin brusquedad, con delicadeza, sintiéndome el artífice de sus temblores de aficionada, de sus miedos más remotos y pre-diluvianos, sintiéndome el promotor hasta de sus temores primarios, e incluso hasta del trauma de aquella primera vez. Pero Julia, dándome más codos que mejillas, más ángulos que esferas, dándome más piedra que piernas y más abismo que nunca, me obsequió únicamente ese polvo triste que hay entre los añicos de los corazones rotos. Con el filo de esas esquirlas volví a perder mis nacientes ojos nuevos.
Página 1 / 1
|
Roberto Langella de Reyes Pea
No te apresures a retocar nada por lo que yo pueda decirte, al menos, que recién estoy empezando a leer tus escritos y recién estoy empezando a ver de qué va. Tampoco tiene que ser demasiado categórico nada de lo que yo te diga, son solo impresiones.
A mí me cuesta mucho insertar el erotismo en mis propios escritos, aún cuando los argumentos lo requieran, quizás porque en principio tengo un cierto prejuicio, seguro que del todo negativo, hacia este tipo de literatura, lo que no me impide ver que hay escritos de estee stilo con mucha calidad, como es tu caso. Igual voy a ir al psicólogo, no te preocupes.
Respecto de lo del lector onanista, sí, creo que tenés toda la razón del mundo, desde tu punto de vista. Tampoco tengo nada contra el autoerotismo, no es algo tampoco que lo cultive con orgullo, pero bueno... Tampoco tiene porqué ser insultante si uno tiene la mentalidad un poco abierta. Y el que no la tenga, lo más seguro es que no termine de leer tu relato, aunque no lo llames onanista, así que tenés razón. Mi diferencia tal vez estribe en pautas generacionales, seguro que vos me entendés; yo no me hubiera atrevido a usar esa forma como vos lo hiciste, lo que no significa que esté mal... (yo no quería censurarte, buaaaaaaaaa!!!).
Está bien, lo de escribir para los amigos, como sea, es algo que me lo digo a mí mismo. Vos sabés a lo que me refiero, los dos somos muy vanidosos; a los dos nos dejan muy lindos comentarios debajo de las cosas que subimos.
Tampoco es cuestión de perder de vista a los lectores a los que gustamos, desde ya (y quiero dejar claro que éstas cosas que te digo, te las digo a vos, me las digo a mí mismo, y a unos cuantos más, realmente hay muy buenos escritores en este sitio, todos muy diferentes unos de otros).
Soy medio latoso, reconozco, y disculpame. Pero si me equivoco también sé reconocerlo, y llegado el caso, pedir disculpas si es necesario.
Nada, que esto es charla de amigos. Y que además me encanta tu solidez y que sepas sostener tus puntos de vista. Esto es algo que también dice que sos un gran escritor, que es algo que siempre celebro. Un abrazo.
Guillermo Capece
como siempre tu trabajo inquieta y subyuga; alguna vez tendremos la suerte de ver en su totalidad, cómo te han inquietado a vos lo que ya sabes: sos un novelista de ley.
Gabriel F. Degraaff
inocencio rex
feromonas está salpicado de momentos eróticos, en algunos el móvil es el amor, en otros el despecho, en otros el desamor, etc.. quizás no logre que se note esa diferencia, algo preocupante cuando en eso prácticamente baso toda la perorata.. voy a releer y a buscarle la forma de obviar la redundancia acerca del no uso de las polleras sin restarle importancia a ese tema tan crucial... jajajaja... y ahora si: el lector que no se toque podrá ofenderse o encontrarse insultado por mi impertinencia... asumiendo que exista un lector que no recurra al autoerotismo jajaja... el lector que se ofenda ante esa bestial broma, creo que ya cerró el hipotético libro en la primera o segunda página, así que a esta altura nunca se enteró de que lo traté de jeropa (soy un boludo, no sabes lo que me río cuando escribo estas pavadas, espero que vos te estés riendo conmigo, robert)...
lo de escribir para los amigos es algo a lo que hay que atender, también eso es cierto. hay dos cuestiones:
la primera es que cuando escribí esta serie de bestialidades, textale no existía en mi cosmovisión y viendo las fechas de publicación mas antiguas de este sitio, creo que ni siquiera existía textale en el año 2007.
la segunda cuestión es que no tengo más que un par de amigos a quienes mostrarles mis burradas, pero ya están muertos.. henry miller, francisco umbral, jack kerouac o vladimir nabokov... mientras escribía pensaba en que me encantaría que a ellos les gustara y que me alentaran a seguir.. porque, la verdad, no tengo grupos literarios en donde dar la lata y mi vanidad se hincha sólo cuando encuentro comentarios, aquí en textale, como los tuyos y los de otros muy buenos escritores a quenes realmente admiro.
abrazo enorme, sobrino de frank
inocencio rex
llévese esta bestialidad, que es suya.
las mismas palmadas tacatac van en mi abrazo,
inocencio rex
abrazo enorme, premio cervantes en potencia!!!
Roberto Langella de Reyes Pea
La música y la poética de Spinetta realmente acompañan y le dan un muy buen equilibrio al relato.
Tenés mucha seguridad al escribír, escribís como pez en el agua.
No sé si está bien decirle "onanista" al lector en la cara. Entiendo el chiste, me hace gracia, y no me escandaliza para nada. Pero puede llevar a pensar que escribís para los amigos, ¿me explico?. Los amigos, y en este caso, cuantos más sean, mejor, nos sirven para reafirmar que escribimos bien, para ver que nuestro humor es efectivo.
Ahora, pensá que quizá alguien empiece a leerte por primera vez, por este escrito. El que le digas "onanista", aún cuando es en broma, puede que no a todos les caiga bien.
Son opiniones, no significa tampoco que yo tenga la razón en esto.
Lo de escribir para los amigos sí creo que es una trampa seria, lo que no significa que debas dejar de escribir también para ellos. Lo que pasa es que nos traicionamos, Rex, somos vanidosos. Sabemos cómo escribir para que a nuestros amigos les guste, y nos alimenten la vanidad. Pero vos sos mejor escritor de lo que quizás todavía adviertas. No obstante, este escrito me parece tan bueno como los otros. Abrazo.
miguel cabeza
Abracitos con palmaditas tacatac
Gabriel F. Degraaff
inocencio rex