SEIS PERSONAJES EN BUSCA DE UN AUTOR
Publicado en Nov 28, 2009
Este artículo inicia en segunda persona. Es una invitación directa al lector para que sienta que forma parte de esta obra, en el enorme y magnífico teatro de la vida...
Olvidas por un momento que estás frente a “Seis personajes en busca de autor”, obra deslumbrantemente bella, que dio fama a Luigi Pirandello, y penetras en ella como un sétimo personaje con un drama que quiere ser representado: analizar la obra (Si es que puede ser analizada como la flor que se desprende de su planta para ser seccionada y observada a la luz del microscopio, transformando así su vida en muerte), a cuenta y riesgo personal. Estás ahí, al fondo del palco escénico, en medio de una penumbra que te cobija y te vuelve imperceptible a los demás, y observas cómo se desarrollan los diferentes dramas que se convierten en uno solo: el que quiere representar Pirandello. Tus ojos se abren desmesuradamente cuando descubres que lo verosímil se torna inverosímil y viceversa. Aún no sales de tu estupor porque los autores y los personajes te enredan en la maraña de su verídica autenticidad. Todo esto, a pesar de la disposición y apertura del Director de la Compañía por apreciar las escenas propuestas por los extraños personajes. Director, que de alguna forma, representa al teatro mismo y que al final terminará sucumbiendo a la tradición. Ahí, en el fondo, como una sombra que a veces se agiganta y a veces se desvanece, te preguntas si en tu vida eres un actor o un personaje o parte de un público ávido de olvidarse de sí mismo o un ser con afanes de crítica literaria. En esta incertidumbre sucumbes sin remedio porque te das cuenta de que eres todos y ninguno. Si tu drama se identifica con el drama de alguno de los personajes o no, en lo más interior de ti vives una lucha permanente por ser (el no ser es una forma de ser), con todas tus dicotomías y antagonismos (teatro dentro del teatro, vida dentro de la vida, autoanálisis), o desde afuera (un espectador de ti mismo), para que al final quedes solo en medio del escenario, con una luz tenue que ilumina tu silueta apenas visible y que se va perdiendo en la profundidad del abismo. Es así como entiendo a Pirandello y en particular, a esta obra, amalgamada por personajes fantásticos que imploran tener vida propia. Por ello tienen la necesidad de representar su drama personal. Los personajes reales (la Compañía de Teatro) dan la impresión de ser menos verdaderos. Pirandello, creador de personajes fantásticos, escinde e irrumpe la vida dramática con sus creaciones. Esta comedia, que lleva en su interior el drama de la tragedia clásica signada por la fatalidad del destino... Ese destino, inmutable, que los seis Personajes necesitan representar para poder vivir su dolor, su angustia, su vergüenza... presentan otro problema fundamental: la lucha de la razón contra el instinto; del fondo contra la forma. Hay tres cosas que lo ejemplifican: la cáscara de un huevo, una bolsa de papel y un espejo. Tres formas vacías que representan la lucha constante entre lo objetivo y lo subjetivo. Dicotomía que si existe en la vida humana justifica su presencia en esta comedia y por ende, en el género dramático y en el teatro. El Padre, que representa a la razón, a la ilusión de conducirse en la vida según un código moral; la Madre, al instinto, al dolor que entraña su propio ser; la Hijastra, que llena de vergüenza y humillación es arrastrada por la venganza; el Hijo, al rechazo, a la indiferencia, a la rebeldía que siente contra todo y contra todos, pero que no puede desprenderse de estos sentimientos; el Jovencito y la Niña, que en cuyo mutismo se representa la ternura, el amor; pero también la muerte. Recapitulando. Los seis personajes aparecen como realidades creadas, hijos de la fantasía (elemento imprescindible en el arte de Pirandello). Se van gestando y creciendo hasta madurar y convertirse en seis entidades independientes del autor, con vida propia. De esta forma, creo, Pirandello trasciende la manera de la comedia y la coloca en un estado de crisis que trastoca la inmutabilidad del proceder común en la estructura de las obras y en los caracteres de los personajes, en el tipo de situaciones, por mencionar algunos aspectos. Esta innovación fue vista por la crítica teatral como una locura y ¡cómo no!, pensemos tan sólo en lo que ocasionó en el público y en la sociedad presentar una escena en la que un hombre y una mujer se encuentran causalmente en un burdel, y a ella, que llevaba un vestido de luto, se le pide que se desnude y así lo hace, y en esa situación, la joven descubra en ese hombre a su padre. ¡Imaginen la escena en 1921! Es precisamente, en esa representación de absurdos, con personajes extraviados que se sienten llamados hasta para reírse de la muerte, que: “Seis personajes en busca de autor” se convirtió en una novísima propuesta teatral.
Página 1 / 1
|
Jos Antonio
Gacias, de nuevo, amiga mía...
Mara de la Paz Reyes de Langella