Autobiografa no autorizada por mi mismo O Relatos cortos de un argentino promedio parte II
Publicado en Nov 29, 2009
Crecí en el barrio Ejercito de los Andes en Ciudadela (lugar áspero, si los hay) hoy conocido como “Fuerte Apache”, creo que le pusieron así por una película de los 80’S (Fuerte apache en el Bronx). Era un lugar duro pero mi niñez fue tan buena que no me daba cuenta de lo que pasaba, quizás anestesiado por el amor de mis viejos.
Obviamente no éramos ricos, ni pobres, ni clase media, éramos lo que la mayoría de los Argentinos somos, esa clase social que se debate entre cambiar el colchón por que es como dormir en una cama de clavos, porque no da más o comprarle ropa a los chicos. Es más, en nuestra clase social la moda llega 10 años después, y nos encuentra en los 80’S con pantalones Oxford y camisas de bambula, y en los 90’S con grandes hombreras y peinados estrafalarios. Por cierto después de 37 años de vida, no hace falta aclarar que sigo en el mismo estrato social, pero no me quejo, al mirar a otros no puedo quejarme, al ver la vida de mis viejos no puedo quejarme, y al intuir lo que van a vivir mis hijos no me puedo quejar. Mis viejos trabajaron a destajo para que no nos faltara, ni la comida ni la ropa, ni el amor, que es lo más importante. De amores y odios de un tipo común Estudié en la escuela Nº 15 Sargento Cabral, ahí es donde conocería a mi segundo primer amor, es redundante aclarar que mi primer primer amor es mi vieja (Froid ni lo intentes, soy Argentino y esto es ley) bueno como decía llegue a esta escuela con el miedo y la ansiedad de todo chico de 6 años. Y estaba ahí, la Señorita Susana, flaca, alta, casi interminable, rubia y muy dulce. Me enamore de inmediato. Y como todo Argentino enamorado nos pinta la beta del chamuyo, fue entonces que para ganarme su atención, y algunas horas de sueño en clase, invente la historia de que “…Mi Mamá me hace trabajar de noche” ay!!!! Fue lo único que me acuerdo que dije. Mi vieja no nos pegaba, pero ese día se rifaba una paliza y yo tenía todo el talonario. A la noche la escuche cuando le contó a mi Papá, el que hubiese rogado que me pegara antes que me sermoneara. Un reto de mi viejo era peor que un coscorrón y lo peor de todo era que siempre tenía razón. Pobre mi vieja la imagino frente a la directora recibiendo el sermón, ninguno de mis viejos se merecía aquella mentira de chiquilín, pero mi intención no fue faltarles el respeto, solo ganarme el corazón de una mujer. Lo que más recuerdo de esos días de escuela eran las mañanas con el olor al mate cocido caliente, la mermelada de zapallo que hacia mamá, y en los primeros días del mes el dulce de leche, pero todo no es así de lindo existía alguien que generaría la primera sensación de odio, profundo, viseral…..indescriptible. Mi vieja había comprado un “equipo de audio”, un WINCO valvular que contaba con lo ultimo en tecnología de la década del 30. Tenía radio onda corta y onda larga, AM!! Tocadiscos y…. nada más, también tenía 2 bafles de 8 parlantes de 10” cada uno. Mi madre a las 06:30, puntual como la muerte, encendía esa maquina y ponía un programa que aun hoy me causa pesadillas…..Arriba chicos con Gachi Ferrari. Esa canción que odiaba decía así….AAAArriba chicos que el nuevo día comenzó…
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