Parte VII
Publicado en Nov 29, 2009
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Sin el pan y sin la torta
 
 
A todos nos pasa, aunque sea una vez en la vida, alguna decisión inexorable, esas que solo tienen dos respuestas si o no. Como todo buen Argento, en esas ocasiones decimos “y…..voy viendo…viste”. No, no, no, no….grave error y ahí les va el cuento.
Salía con Jessica, hija de un tachero que por manos tenia dos racimos de bananas, además tenía un hermano menor, atrevido y bocón.
Jessica estaba peleada con Laura, su vecina de la casa contigua (si la que me apreté la primera vez)
Laura festejaba su cumpleaños 14 e invitó a medio barrio, menos a Jessica. Incluso me invitó a mí, y yo como me gustaba tanto la joda fui (lo hubiera pensado mejor)
Al llegar noté que ella charlaba mucho con migo, bailábamos, me traía gaseosa. En determinado momento del cumpleaños me lleva a su pieza para mostrarme los regalos que había recibido, y me encaja un beso que me dejo sin reacción.
Desde un rincón de la habitación escucho una voz aflautada que dice “ Ahora le voy a contar a mi hermana….” Si era el petiso entrometido, en ese instante me lanzo hacia el, como si fuera a tacklear al pilar de los ALL BLAKCS, pero el enano era muy escurridizo, y se me filtro entre una mesa de luz y la puerta, la miré a Laura ella se rió y se fue de la mano con el pibe nuevo de la barra. Si había caído en la trampa.
Al día siguiente me encontré con la mamá de Jessica la cual me sermoneo un rato largo, y entonces saque el manual argentino de la trampa, que en el articulo 1º inciso 1º reza “Hay que negar todo hasta las últimas consecuencias…” y trate de esgrimir una defensa en vano, pero lo que me rompió el corazón fue que me dijo que Jessica había estado llorando toda la noche. De ahí en adelante nada sería igual..que boludo, que me da la facultad de romper un corazón…Quien tiene el derecho de hacerlo?
Quizás por esto volví años más tarde y pedí disculpas, ya habíamos crecido, ella casi ni se acordaba, pero mi corazón quedo en paz.
 
 
De la mudanza a San Miguel
 
 
Nos mudamos del Fuerte Apache, por que el ambiente estaba muy espeso. La llegada más fluida de la droga hizo desaparecer algunos códigos que siempre se habían respetado más que a la ley, como por ejemplo “Con la gente del barrio NO…” o “Con la familia y los chicos NO…”
El recuerdo de esa mudanza la primera que me tocó vivir, parecía sacada de una película Argentina, de esas que se ven los Domingos por la tarde.
Desde el 9º piso volaban atados con las cosas más livianas, colchones,  almohadas, etc.
Las cosas más frágiles se bajaban por la escalera, y lo más pesado por una roldana que nos había prestado Don cacho, un santiagueño albañil de oficio, que vivía en el 10º piso de la torre A.
Lo que quedo en mi memoria grabado a fuego fue cuando bajaron el Winco. Venía todo bien hasta el 5º piso, cuando de repente se cortó la soga, y soltó aquel pedazo de madera con válvulas, aquel tanque Sherman del sonido.
Lo cierto es que no se si el día anterior había llovido, o si alguien había regado mucho, pero el Winco en su veloz carrera incrusto sus 4 patas en el barro, como aferrándose al barrio. Hubo un silencio y mi viejo exclamó “ Mami cuanto vale un tocadiscos?...”
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Foto del autor Ricardo Fernndez
Textos Publicados: 34
Miembro desde: Nov 29, 2009
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Descripción

Parte VII

Palabras Clave: Autobiografia no autorizada por mi mismo

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Personales


Creditos: A mi familia y amigos

Derechos de Autor: Ricardo Fernandez

Enlace: lodemerce@hotmail.com


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