He ido tras un leopardo
para ser su verdugo o ser su aperitivo.
El ha despertado mi apetito apático:
Me ha dado un asidero que tomar para vivir.
Lo seguiré en los asuetos del lince
y a través de sus descansos sagrados.
Moriremos él o yo sin suplicar
como se cae ante un sublime enemigo.
Llegaremos a ser una extraña leyenda
entre una fiera grande y un pequeño letrado.
Voy con él tras mis sabuesos
y empuñando una sórdida escopeta
mientras la noche ara mis espaldas
y un dolor infernal seca mi corazón.