Ella se quitó su antifaz
y detrás de él nada había.
Yo la creí una persona presente:
Presencia antes que espejismo.
Paseó sobre mí sus dedos índices
y creí en su talle y su fragancia.
Me volví sordo, ciego y desatendido:
La creí una mujer en plenitud total.
Pero sólo era alucinación patética
envuelta en una anatomía pálida.
Ella era el otrora de mi otrora.
A la que amé dos veces sin sentir nada.
Creí que respiraría en su diafragma
y nos extasiaríamos entre las flores.
Creí ver en ella un lado suave
y un labio que temblara junto al mío.
Pero se fue llevándose sus réplicas
hacia lugares de un hades que no puedo alcanzar.