Mi amada ríe ante las constelaciones:
Aún está lejos de las treinta primaveras.
Flamea en el encierro que le hace mi cuerpo.
y sus besos son algo ariscos y fundamentales.
La veo sonreír y abrazar a los niños
y compartir con ellos juegos y morisquetas.
Mi amada protesta si me halla destemplado
y me ahoga en el caudal de su risa.
Aún no he decidido amarla del todo
pues me arrastra una nostalgia íntima
por una rara mujer perdida entre sus pecas
que se abrió sobre mí como blanco abanico
y me inyectó vida con sus labios y dientes
para luego ultrajarme y desolarme en mi vacío.