DEJA VÚ? Parte (1)
Publicado en Dec 08, 2009
Estuve esperando que se me cayera alguna idea para la edición de la revista, es que después de 20 años de inventar historias de terror, se me había agotado el tintero de la imaginación. De pronto mi vieja Rémington dejo de dar frutos, dejó de pagar la renta y de conseguir alimentos. Mascaba interminablemente un chicle desgastado con sabor a nada y cero azúcar, encendía y apagaba decenas de Parliament, escribía insultos algunos para mí y otros para mi Jefe de redacción Miguel Rodríguez, un encumbrado mediocre al cual pagaban un jugoso salario por criticar lo que no entendía.
Ese era quizás mi mayor escollo, el tener que soportar que ese infame, que no sabía nada, se metiera con mis bebés una y otra vez, ridiculizando mi esfuerzo. Entonces comencé a escribir, como catarsis, las cien formas de eliminarlo. Comencé con algo sencillo: Irrumpí por la puerta, ante la mirada atónita de su secretaria y amante Gloria – o La Negra – una chilena bien agraciada de bellísimos rizos azabaches, metí la mano en mi saco y saque mi reluciente Magnum 357, que compré en la armería de la vuelta, y descargué las seis luces que me llevaron a mis mejores años de paz. Pero eso hacía suponer que el final de su historia era demasiado rápido, si al fin mi jefe merecía un poco de sufrimiento, entonces empecé a engendrar miles de ideas para deshacerme de él. Casi sin querer – decía otra de mis historias – le solicité a mi jefe el auto de la empresa con la escusa de llevarlo al lavadero, me alejé de la oficina, lavé el auto en lo de mi amigo Mariano y lo estacioné en una arbolada cerca de la vía muerta, a 6 cuadras de la estación Retiro, caminé hasta las vías y tomé 2 piedras bien duras y con ángulos filosos, me dirigí al estacionamiento de la empresa, y sin que nadie sedé cuenta golpeé los caños de los frenos, si esos que llevan el fluido. A las 6 de la tarde en forma puntual el se retiraba, tomaba la avenida principal y luego subía a la Panamericana, a mi jefe le gustaba la velocidad, y en una curva pronunciada tocó los frenos y no respondieron, su cadáver quedó irreconocible, solo pudieron saber su identidad por la dentadura. Pero esta teoría dejaba cabos sueltos, todos sabían que yo le tenía mucha bronca, por lo tanto sería el principal sospechoso, además involucraría a mi amigo, y sabrían que salí muy rápido del lavadero. No quería quedar pegado, pagar a este inservible con años de mi vida era peor, era como que el se salía una vez más con la suya desde el más allá. Me levanté ofuscado por no poder siquiera en la ficción, librarme de esa molestia, me acerque a la heladera, tomé un poco de gaseosa, hagggg!!! No tiene gas, y me dejó un sabor metálico. Enciendo un cigarrillo y bajo la persiana de la sala, el sol caía hacia el lado de esa ventana, a mi me gustaba por que le daba a mi habitación un confortable color sepia, pero el resplandor no me dejaba escribir. Dí vueltas a la mesa mirando el papel a mitad de mi vieja Rémington, la risa burlona de mi jefe salía del papel, parecía un fausto entre la luz sepia del atardecer y su risa enfermiza, señalándome, otra vez triunfante. Volví como el toro al rojo paño, decidido a librarme de Miguel para siempre. Me tomó seis renglones el preparar el plan perfecto, sencillo, limpio y sin ruido. Seis renglones que me dieron la paz que tanto anhelaba, pero aún no tenía historia, bueno que importa si ya lo maté, mañana cuando me levante el no va a existir. Me acosté y dormí como un niño, incluso no recuerdo haber soñado, solo un velo negro como si mi imaginación se hubiera agotado en las 6 hojas escritas con las distintas formas de matar a ese energúmeno.
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Guillermo Capece
lei antes la parte 2, ahora volvere a ella y armare la buena historia que contas.
Guillermo
Nayadeth
leere la segunda parte :3
inocencio rex
miguel cabeza
Abrazo
Ricardo Fernndez
haydee
Trata de recuperar la ortografía, es necesario para quien se dedica a escribir y para la comprensión de quien te lee,. Igual mantener el tiempo de los verbos,en la acción, pasas del presente al pasado y viceversa. Me permito corregirte porque tienes imaginación y si lo intentas, tu obra va a mejorar en calidad y comprensión.
Una madre que da consejos, más que madre, es una AMIGA.. Te suena?
Ricardo Fernndez