DEJA VÚ? Parte (2) El final?
Publicado en Dec 09, 2009
Suena el despertador y me avisa que mi patético día comienza, otra vez la rutina, el mismo desayuno, un ennegrecido café que esperó toda la noche a fuego mínimo, y la media porción de pizza fría que sobró de anoche.
El apretujado viaje en tren, hasta el centro, una cesión de subte en hora pico, la caminata de las cuadras que separan a la estación Uruguay y la avenida Córdoba. Pero el paisaje estaba nervioso, un remolino de gente se agolpaba en la puerta de la redacción, dos patrulleros y seis canales de televisión. La negra se acercó y me abrazó bañada en llanto – Se murió…. Estaba escribiendo y Murió..- Quien – Le pregunté – Migueluchis- dijo ella, no salía de mi asombro. Me colé entre dos policías que trataban de contener a la masa de periodistas y curiosos. Subí las escaleras llegué a su oficina y lo vi, tirado sobre su Olivetti cero kilómetro, varios papeles en el cesto, recogí uno del piso que decía – Cuando el entró por la puerta de mi oficina lo observé, traía un extraño bulto bajo su saco, un impulso me llevó a tirarme sobre él, lo reduje y le saqué un hermoso revolver que llevaba no sé con que fin. No podía ser, el escribió su salvación, como si aquella tarde nuestras maquinas de escribir estuvieran conectadas, como si nuestras mentes jugaran al gato y el ratón, o quizás la muerte jugaba con los dos… y él perdió. Miré de refilón la Olivetti con el papel que parecía en blanco, mientras un oficial de la federal me sacaba a los tirones de la escena del crimen. Esa noche no pegué un ojo, me retorcía entre la alegría de no ver más su rostro y la preocupación de ser el sospechoso principal. Al día siguiente llego tarde al trabajo flotaba un ambiente de luto, no se escuchaban ruidos de maquinas, ni conversaciones al costado de la cafetera, y sentí sus miradas inquisidoras clavadas en mí – Qué?...- pregunté nervioso, agacharon sus miradas como temerosos. Me senté en mi escritorio, y el resorte de mi silla me pinchó como todos los días. Me levanté no podía soportar tantas miradas, cuando recogí mis cosas para irme me detuvo un hombre de rasgos duros, ensobrado en un largo sobretodo gris – Buenos días, soy Inocencio Rex, Oficial de la federal encargado del crimen de Miguel Rodríguez…- Comencé a transpirar frío, se notaba mi nerviosismo, fue cuando Inocencio lanzó su pregunta – Que hacia Ud. En la oficina el día del crimen, que se llevó?... – Nada – dije. El no me creyó, me esposó y me llevó a la comisaría, al llegar me enteré que allanaron mi casa y descubrieron el papel donde había escrito la forma de matar a Miguel. Fue mi condena, y esa noche en la celda al cerrar mis ojos volvió como un espectro la cara de mi jefe. Al otro día sonó el despertador y esto me avisó que mi patético día comenzaba, otra vez la rutina, el mismo desayuno, un ennegrecido café que esperó toda la noche a fuego mínimo, y la media porción de pizza fría que sobró de anoche. El apretujado viaje en tren, hasta el centro, una cesión de subte en hora pico, la caminata de las cuadras que separan a la estación Uruguay y la avenida Córdoba. Pero el paisaje estaba nervioso……
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Guillermo Capece
Ricardo Fernndez
Guillermo Capece
bueno, ya arme las dos partes, yte digo que esta muy bueno, excelente diria, por que no?, tu relato. Sos muy agudo para relatar, y valga lo de "agudo". Felicitaciones
Gabriel F. Degraaff
Nayadeth
me impresionó, sus mentes conectadas, luchando a traves de papel
genial!
5/5 !
inocencio rex
me encanto este deja vu amigo richard
Ricardo Fernndez
haydee
Incluído integrante de textale. Es una ocasión para mandar alguno al frente ó hacerlo desaparecer, "virtualmente", claro.
gabriel falconi
los amigos de textale ya somos persoanjes de los cuentos
geniall!!!
todas las esgtrellitast
tengo un cuento parecido a este que no publique porque es muy largo
Ricardo Fernndez