Sé que conmigo has sido injusta
y que no hice méritos para este maltrato.
Te recostabas en mi pecho velloso
mientras tu apocalíptica melena me cegaba.
Me juramentaste a ti con largos besos
y en mí eras extensa enredadera.
De tu ser probé todo lo fragante:
Tu talante de luna y tu cintura de mar.
Creí que viviríamos entre regocijos
y nos calentaríamos delante de los astros.
Fuiste mi mejor y más celebrado hallazgo
y cuidadosamente te abrazabas a mí.
Pero un día te asaltaron las dudas
y marchaste hacia tu independencia
dejándome transido de dolor.
Convertiste mi vida en una fosa
que visitan diariamente los cuervos:
Esos que se regocijan en mi ultraje
pues milito ahora en el inframundo
y mi lugar está con todos los espectros.