Hállome aquí entre las coyunturas,
no sabiendo si marcharme o quedarme.
He salido ya de mi divorcio
y me marea el cariño de una mujer ajena:
Me lleva atado con sus paños a su pantano
y es obsecada como una elevación.
Me hace besarla ya sin protestar
y ejerce sobre mí una viva persecusión.
Me palpa y me quita la ropa
y ardemos en hogueras de delirio.
Pero no estoy listo a caer en su vórtice
pues vengo de años de vértigo y agonía
y, por más que ella se encienda sobre mí,
he de marcharme entre los turbiones.
Iré a los montes más contritos y tristes
y seré poseído de toda superstición.