YA SOMOS EL OLVIDO....
Publicado en Dec 15, 2009
...él sabía que en la vida, ni tan siquiera las certezas más innegables bastan para que el hombre esquive sus infortunios y las complejas formas del mal El sello del algebrista Jesús Maeso de la Torre Ya somos el olvido que seremos... L a luz del sol se había escapado ese día desde el amanecer, lúgubres nubarrones llenaron el cielo de un gris entristecido por las sombras, que por todas partes, húmedas buscaban encontrar cobijo en su corazón, que angustiado, no hallaba la forma de arrancarse el dolor que aquella despedida sin adiós le había dejado. -¿Por qué de pronto la vida parece ser tan cruel y la muerte su cómplice? - se preguntó cuando las lágrimas asomaron por sus ojos. Aquella mortaja elegante, ocultaba ya la corrupción y el caos del cuerpo de quién alguna vez, fue luz, guía y sustento hasta que, después de aquel día, ya no hubo más y la vida simplemente se encargó de llenar de ausencias, sus espacios separándolos para siempre, hasta aquella tarde, en que escuchó una voz al otro lado del teléfono que le decía - Ven, es importante que vengas,... Papá ha muerto - colgó el teléfono sin decir nada, el dolor que aquella noticia le dejó, le robó las palabras, dejando solo preguntas sin respuesta, que se arremolinaron en su mente - ¿Cómo puede la vida arrebatarte algo tan querido y hacerte ver su ausencia de esta forma? ¿Cómo puede alguien morir y dejarte ese vacío sin nada de momento, con que llenarlo? ¿Cómo podemos vivir pensando, que cada persona con las que formamos nuestra vida estará ahí siempre, esperando por nosotros? ¿Cómo podemos pensar, que la vida no se acaba y no ver, que ésta, es tan solo un suspiro, ante la innegable eternidad de la muerte? - y el silencio en ese instante lo atrapó, no hubo respuestas, tan solo un anhelo a destiempo, por borrar esa distancia, que tiempo atrás, los separó sin un regreso... O currió hace tiempo, discutieron y al final, él había considerado necesario alejarse de su Padre dándole la espalda, dejó desasosiego en su mirada, que a lo lejos, le decía adiós al final de aquel puente que los separo, para no verse más - Quizás mañana podamos hablar con más calma - pensó, cuando al otro lado del puente, aquella tarde, lo vio dar lo vuelta con desgano, derrotado, para seguir desde ese momento, otro camino y así, sin pensarlo, se fueron los días y semanas convertidas en meses que finalmente fueron años hasta esa tarde, en que él, nada distinto esperaba...un timbre del teléfono, anunciaba la llamada que lo sacó de sus pensamientos y una voz que habitaba en sus recuerdos, le devolvió la imagen de aquel hombre, que a lo lejos le decía adiós y se nubló su vista que buscó borrar aquella escena para dejar en su lugar, al Padre que alguna vez llenó sus noches y sus días, entonces se preguntó - ¿Por qué dejamos que el mal nos atrape? - No hubo respuesta alguna. Sólo, en aquella sala, un silencio monacal esperaba ya los rezos que rogaran por el alma de su padre y su descanso - ¡Qué absurdo! Tenemos una vida para hacer en ella lo correcto y simplemente, dejamos que el mal nos atrape y nos envuelva de soberbia, arrastrándonos al sendero de lo absurdo, del egoísmo, que nos hace creer que nada perderemos en la vida, cuando en realidad, hasta a ésta la perdemos a cada día - Se acercó al cuerpo inerme de su padre y acarició suavemente con sus dedos su mejilla, fría, ya sin vida. Mientras, una lluvia silenciosa acompañaba sus recuerdos y en sus labios, dibujó una sonrisa, recordando aquel tiempo, en que juntos, caminaron por la vida, soñándola, abrazándola, como una esperanza ante la muerte - Hasta pronto... - Le dijo y se alejó de él alzando un adiós entre sus manos... Ya somos el olvido que seremos. El polvo elemental que nos ignora y que fue el rojo Adán y que es ahora todos los hombres, y que no veremos. Ya somos en la tumba las dos fechas del principio y el término. La caja, la obscena corrupción y la mortaja, los ritos de la muerte, y las endechas. No soy el insensato que se aferra al mágico sonido de su nombre. Pienso, con esperanza, en aquel hombre que no sabrá que fui sobre la tierra. Bajo el indiferente azul del cielo esta meditación es un consuelo. J.L. Borges Pero... he de confesarte algo[1]: Este texto "Ya somos el olvido..." expresa un sentimiento por mucho tiempo guardado y que, no había encontrado las palabras... no se si es correcto decirlo así: Adecuadas. En ellas, hay una historia que yo construí en mi vida, cuando tiempo atrás, discutí por última vez con mi Padre, después de lo cuál, ya no volvimos a vernos. Pasaron años desde esa ocasión y ya no hubo un nuevo encuentro con él, hasta después de esa tarde, en que me avisaron que ya había muerto. Quedó un vacío y a lo largo de los años desde aquel día, esa herida ha cerrado dejando huella ¿de dolor?, no sabría decirlo, pero sí, ha quedado como señal, que guía mis pasos como una luz, para no olvidar, lo que es correcto hacer ante un conflicto con los demás: Jamás dejar nada para después, no importa que tan grave sea una ofensa, una discusión un desacierto; lo más importante es dejar el orgullo y la soberbia a un lado y perdonar,... o buscar el perdón si nosotros hemos sido los causantes de la ofensa; pero nunca, esperar que esto ocurra del otro lado, la responsabilidad en cada caso, siempre es nuestra y no de los demás. Ahora, la vida se ha encargado de enseñarme lo importante que es "ver" en cada suceso que hay en ella, que nosotros tenemos siempre una responsabilidad, no somos ajenos, formamos parte de lo que ocurre y así, he encontrado quizás consuelo, por que el solo hecho de poder decirlo a otros en estas palabras, es ahora una forma en que la vida, expresa esa verdad oculta en el perdón. Quizás, no exista nada del otro lado del puente que cruzaremos al morir, como muchos otros se han esforzado en su pretensión, de hacérmelo creer. Pero la Vida, me grita a cada instante que no es así, que debo tener Fe en que ahí, del otro lado del puente, hay una forma distinta de existir y que, debemos dejar aquí, en este mundo, todo lo que a él pertenece, incluyendo la muerte; por que ésta, la muerte, si bien es lo más innegable y eterno de los males del hombre en éste universo, no lo es para la Vida, por que ésta, es un milagro, algo insólito, imposible (según nuestra ciencia) en éste universo que hoy contemplamos. La Vida, se revela a cada instante contra la muerte como una señal, como un presagio, de que es posible vencerla si logramos arrancar la oscuridad que nos envuelve, con cada mal sentimiento que anidamos en nuestro corazón. De noche, sueño un cielo estrellado y a las olas del mar acariciando el tiempo; tiempo que la vida me dio, para soñar con ella. Saludos Con aprecio Yo. [1] El texto original forma parte de un comentario como respuesta a Lore, mi ahijada, respecto a "Ya somos el olvido que seremos"...
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