Alfa y Omega, ella.
Publicado en Dec 17, 2009
Suave y liso como la seda
tu cabello mojado en el río. Largos y bellos los rayos que alumbran mi estancia desde tu estrella. En tu mirada aprecio la Gea y en tu cuerpo la erosión de una gónada, acariciada tiernamente, por los rayos de tu sol. Mis empalagosas súplicas se pierden entre tus dedos. Mis más bellos deseos se embarcan en góndolas a por tu cuerpo sagrado virgen, tú: Grial Santo, arcángel reencarnado. Ya volteas la mirada, con cierta prisa de señora. Sonríes, ¡Oh diosa! ninfa blanca – caprichosa – porque sabes a tu hijo complacido con tu milagro. Oscurece. Las gotas de tu cuerpo cristalinas y brillantes alegran el firmamento con el primor de tu recuerdo, diosa madre consagrada.
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