19.noviembre.o7
 
Ella tenía sueños,
si que los tenía.
Era feliz con sus muñecas
con todo lo que poseía.
Ella era linda,
era preciosa como un pastel adornado con una guinda.
Quería ser veterinaria,
luego ser intermediaria de guerra;
intermediaria de dos personas que habían perdido la unión en su fragancia,
ella creía que era la causa del problema entre estos dos perfumes.
Ella fue madurando,
haciéndose adulta,
una joven con un corazón con un burka,
que en el futuro la llevaría a perder la razón.
Por ella daría mi alma,
por ella escribo en este momento,
por ella estoy en esta vida
y por ella me levanto cada día.
Pero ella sigue siendo esa niña,
porque en su interior anida ella..
Ella se siente culpable por tener en la cabeza
ese recuerdo ya imborrable que inunda de tristeza
su personalidad llena de riqueza.
Porque ella era una niña pequeña
y no tenía por qué conocer la angustia
ni la palabra agonía,
si no la alegría.
Ella quiso ser periodista,
plasmar en papeles la angustia
y la sonrisa
aunque nada es como ella planeaba.
Ella luchó,
aunque no pudo imaginar que tanto mal al final la iba a vencer,
ella se hundió
y no supo retroceder.