Rompe sus pectorales
Publicado en Dec 17, 2009
El esclavo rompe sus pectorales
y da su último aliento a la molienda. Han lavado con lejía sus dientes. Le han puesto un precio menor al de un caballo. Su mirada ya no tiene emoción y su mandíbula se ha tornado granítica. El capataz se extasía en golpearlo y lo maltrata con crudeza extrema. El esclavo tiene partidos huesos y tuétanos y se conserva severo en su hambre: Sabe que nació para ser una mancha y que es la cuneta de todas las canalladas. Pero sueña con morir y ser libre o huir por los bosques una tarde. El esclavo percibe que sólo es un borrón y que nadie lo perseguirá tras un conteo.
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Richard Albacete
Mara de la Paz Reyes de Langella