CARTA PARA COKE
Publicado en Dec 17, 2009
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Mi alma ya no está en mi cuerpo,
vaga como un ánima
entre el cielo y la tierra,
buscándote...
Intentando encontrar una sola señal
que clarifique... ¿qué pasó?...
Incertidumbre, falsedad, dolor.
Tanto se ha dicho,
tanto se ha negado,
tanto se ha inventado...
Pero sólo Dios sabe la verdad.
Tal vez tú ni siquiera lo notaste.
Tal vez tú caminaste hacia la luz
como un paso más de vida...
Estabas dormido y no te diste cuenta...
Pero Él fue testigo de todo...
Cuando despertaste viste sus ojos,
llenos de amor y dulzura.
Te tendió su mano,
te abrazó y en ese momento
te convertiste en un ser especial,
carente de rencores,
lleno de perdón.
Viste tu cuerpo y era más bello aún,
todo era perfecto.
Una túnica blanca lo cubría.
Tus ojos azules brillaban de alegría.
Tu boca esbozó una sonrisa
y te sentiste amado...
También te esperaban los que antes habían partido,
y te hablaron: ¡Bienvenido, estás en el Paraíso...!
A pesar de la alegría que ello significó,
tu primer pensamiento fue hacia mí...
"Mi madre me extrañará...
Tendré que hacerle notar que estoy bien,
esperándola..."
El dolor me embarga una vez más.
Mi corazón ya no late.
Mi mente no descansa.
Y sólo piensa en dos palabras
¿Por qué?... ¿Por qué?...
Recorro calles sin sentido.
Sólo mis piernas se mueven,
no quieren detenerse, porque van a tu encuentro...
Pero se cansan y tú aún no apareces...
Mis ojos están secos,
hasta mis lágrimas se agotaron...
Mi cuerpo entero cambió.
El dolor dejó huellas en mi rostro,
en mi carácter,
en mi alma...
Tu hermano Alex también ha dejado de vivir...
Y tu padre añora tu niñez...
Me siento en tu cama,
observo tus fotos,
escucho tu voz y risa.
Abrazo la almohada y la huelo...
Así estás a mi lado,
tenue, imperceptible...
No me conformo
porque quiero abrazarte,
secarte alguna lágrima,
escucharte y bailar un vals...
En esos momentos,
cuando mi vida se escapa,
y soy un ser humano inerte,
veo los ojos de la Virgen María...
Y pienso en el dolor vivido
cuando crucificaron a su amado hijo, Jesús...
Cuando allí, agónico en la cruz
se alejó de la vida hasta ser tan sólo un cuerpo.
Me levanto abruptamente,
veo tus videos y bailo con la almohada,
con tu ropa, con tu recuerdo...
Los sábados no podía faltar,
debía marchar hasta encontrarte, hijo...
y descubrir la verdad...
Ahora, que este doloroso rompecabezas
comienza a armarse,
descubro tu presencia...
¡Siempre me has acompañado...!
Tú me has dado la fuerza, hasta ahora...
Tú sigues a mi lado,
Porque mientras tu recuerdo permanezca en mi...
¡Tú no te habrás ido...!
Mientras tus fotos y videos sigan aquí,
¡Tú estarás conmigo...!
Porque el cordón umbilical
entre un hijo y su madre,
no se corta jamás...
Pídele a Nuestro Señor que te deje venir...
sólo unos minutos al día,
antes de abrazarnos allí,
en el paraíso...
Bailemos tan sólo una canción,
esa, tu favorita...
Toma mi mano y acaricia mis ojos
y mi rostro.
Devuélvele esa lozanía...
con sólo unos minutos diarios...
Yo estaré feliz,
volveré a vivir,
reiré con los nietos que Alex me dará,
y sentiré que nada ha cambiado,
que estás junto a mí...
como antes, como ahora, como siempre...
Dale mis gracias a Dios
por apoyarme en mis peores momentos...
Por darme la fuerza
que necesito,
y por tenerte en el Paraíso...
¡Espérame Coke...!
Porque cuando Dios decida
que estoy preparada para abandonar mi cuerpo,
mi alma irá corriendo a tu encuentro
y al encontrar tu mirada y tu sonrisa juvenil,
sabré que nunca te perdí,
que estuvimos juntos en distintas dimensiones.
El Señor enviará a sus ángeles
a entonar un vals,
para bailar una vez más...
Y así, nuestra risa hará eco
por la eternidad...
¡Te amo hijo...!
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Foto del autor Antonia París
Textos Publicados: 42
Miembro desde: Dec 17, 2009
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Descripción

Está comprobado que el dolor más grande para un ser humano, es perder un hijo... Más para una madre que lo lleva dentro de sí durante nueve meses...

Palabras Clave: hijo amor dolor Dios

Categoría: Poesía

Subcategoría: Poesía General


Creditos: Antonia París

Derechos de Autor: Reservados


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