¿Páginas de internet para conocer parejas?... A Cristóbal le parecía una idea descabellada.   Había escuchado a varios amigos que tenían un harem virtual, otros que tenían contacto virtual con una persona en especial e incluso había escuchado del sexo virtual.  Todo podía suceder con la tecnología, pero no para él.
Prefería el contacto persona a persona, el mirarse frente a frente y no a través de una pequeña webcam, que incluso despixelaba las imágenes, acomodando la realidad.
Cristóbal había nacido en el sur, en la ciudad de Mulchén.  Se había criado hasta los seis  años en medio de campesinos y gente de la ciudad, como él llamaba a sus tíos maternos. 
Después de morir su padre, su tío Rogelio se había casado con su madre formando una nueva familia y había recomendado enviar al niño a la ciudad, para que estudiara (no se había atrevido a decir que para él era un estorbo, más que un peón que sirviera para el trabajo).  Su madre intentó oponerse, pero su débil carácter hizo que asintiera en la petición.
En sus treinta y cuatro años, había viajado cinco veces a ver a su madre, encontrando a una mujer desconocida.
La disciplina de su tío Gilberto y la dulzura de su tía Esther, hicieron de Cristóbal un hombre estudioso, responsable, sensible y cristiano.  Había estudiado Trabajo Social, y ejercía en una municipalidad de la capital.  A pesar de su bagaje académico, continuaba con el acento sureño, lo que causaba las burlas de sus conocidos.
Vivía en un céntrico departamento con un gato, al que llamaba "Merlín" y era su gran compañía.
Un día, al llegar a casa después de la jornada laboral,  encontró un telegrama de uno de sus tíos del sur: "Madre grave, favor viajar urgente".
Arregló el bolso de viaje, tomó su vehículo y se fue rumbo a Mulchén, sin antes dejar encargado al administrador, la comida y agua de Merlín.
Al llegar, al cabo de siete horas de conducir, encontró a su madre más recuperada.  Era una falsa alarma, pero le servía para visitar, una vez más, a su madre y siete hermanos.
Mientras comía una cazuela de ave y se deleitaba con un delicioso pan amasado con chicharrones, hechos por una de sus primas, escuchaba las historias que relataban sus familiares sobre el cómo Teresa (su madre) había conocido a Anselmo (su padre): "Rogelio escribió un aviso en el diario y dentro de las que contestaron estaba la Tere.   Ella estaba aburrida de vivir en la ciudad y el Rogelio le mandó plata para el pasaje, pero la pillina enamoró también al Anselmo y se embarazó del Cristóbal..." (todo esto con un acento campesino).
Cristóbal apresuró su masticar, para tragar y preguntar sobre el "aviso del diario".  Prosiguió una de sus tías: "Claro, el aviso decía que deseaba conocer a una señorita culta, de la ciudad, para que sus hijos fuesen muy educados y aprendieran a leer, o algo así..." (también en tono campesino).
Sin que nadie entendiera, Cristóbal comenzó a reir a carcajada.  Luego pidió permiso para estar un momento más junto a su madre, hasta que su tío Rogelio irrumpió en el cuarto y se fue a dormir a la habitación junto a sus hermanos.
A la mañana siguiente, se despidió de todos y dejó algunos souvenirs que tenía consigo: unos llaveros con el escudo de la municipalidad, un tazón para su madre con el escudo y la leyenda: "Crecemos para que usted sea más feliz" y unos chocolates que tenía en su vehículo.
Mientras conducía de regreso, escuchaba un CD de Richard Clayderman y pensaba: "Al llegar a casa me inscribiré en una página de internet, para conocer mujeres.  Tendrá que ser una que no sea alérgica a los gatos..."