LA ARAA QUE QUERA JUGAR AL LUCHE
Publicado en Dec 17, 2009
¿Se imaginan una araña jugando al luche...? Difícil, pero no imposible...
Constanza siempre quiso ser deportista, la mayoría de sus amigas eran cazadoras, pero a ella no le interesaba matar insectos para comer, decía que una dieta equilibrada podía sustentarse sólo de vegetales. Para entrenarse dibujó un gran luche en la vereda: - Uno, dos, me agacho, tres y cuatro, abro las patas y... - ¡Zuap! Al suelo, se tropezó con sus ocho patas. - ¡Nunca aprenderás...! - Decía su mejor amiga. - ¡Podré! ¡Aprenderé...! Seré la mejor araña deportista que haya tenido la ciudad Arácnido. Su amiga se rió y se alejó a construir una tela de araña para comenzar la caza de las moscas. Constanza lo intentó muchas veces, pero cada porrazo significó un moretón en su velludo cuerpo. Pensó que lo mejor era pasear por los alrededores y distraerse, antes de comenzar nuevamente con la lección. De pronto leyó: "Gimnasio Iván Zamorano" (gran futbolista chileno), se acercó sigilosamente y vio a través de una ventana: - ¡Arriba..., abajo..., a la derecha..., a la izquierda...! - Instruía una gimnasta a las asistentes - ¡Vamos Macarena, dije a la derecha, vas a chocar con Pamela...! La gimnasta Raquel era un saltamontes, esbelta y alta, conducía cada clase animadamente. Macarena, en cambio, era una hormiga algo rechoncha, pero con muchos deseos de bajar su barriguita y por último Pamela era una mariposa alegre y bella, su sueño era poder trasladarse sin necesidad de volar. Los otros insectos femeninos sólo iban para entretenerse, mantener la figura y cuidarse del estrés. - ¡Una araña..., nos va a comer...! - Gritó una pulga saltarina. - ¡Llamen a los "karatekas"...! - Gritó Raquel - Mientras apagaba el CD de "La Ley". - ¡Esperen..., esperen..., esperen por favor...! - Exclamó Constanza - No les haré daño, soy vegetariana. Sólo quiero que me enseñen a jugar al luche. Tengo muchas patas y tropiezo al intentarlo... - ¡Le creo...! - Dijo Macarena - Había escuchado acerca de ella. Hace dos semanas salvó a mi abuela de ser comida por quedar atrapada en una tela de araña. - ¿La abuela Teresa? - Consultó Constanza. Mientras Macarena consentía con su cabeza, todo volvió a la normalidad. Invitaron a la clase a la araña y ustedes se imaginarán lo que pasó... ¡Todos (gimnastas y karatekas) ayudaron a desenredar las patas de la araña...! Al llegar a su casa, la pobre estaba tan agotada que se recostó en su cama y se durmió. Soñó toda la noche con la clase de gimnasia... uno, dos..., uno, dos... A la mañana siguiente su mamá le sirvió una hoja de sauce y una de álamo: - Aquí tienes tu escuálido desayuno - observó mamá araña - estás con anemia, por eso te fatigas tanto..., deberías comer insectos como lo hacen todas las arácnidas. - Mamá, no lo haré. Soy amiga de los insectos. No puedo quitarles la vida... - ¡No eres una verdadera araña...! ¡Jamás tendrás tu propia colonia...! - reprendió la mamá. - Si no me quieren así, entonces me iré. Yo quiero ser deportista. Nadie lo ha sido en esta colonia..., quiero ser como "Iván Zamorano" - recordó. Sabía que en su mundo no era conocido, pero prefirió nombrarlo para darse importancia. - Lo sé hija, disculpa. Sé que ese es tu deseo pero las arañas no podemos ser deportistas... - ella, obviamente, prefirió no consultar quién era "Iván Zamorano" - termina tu desayuno y sale a cazar... digo... sale a pasear... La vida en la colonia no era fácil para Constanza, pero valía la pena realizar sus sueños. Asistió día a día al gimnasio y poco a poco obtuvo logros. Las hormigas le ayudaban afirmando sus patas, cada una de ellas se colgaba en sus patas para mantenerla en pies. Pamela le levantaba el cuerpo velludo para evitar caídas. Al mes se vieron las primeras señales de su mejoría. Aprendió a controlar el movimiento de sus patas, podía levantar una, dos, tres o todas al mismo tiempo en un "salto de ballet". La mariposa logró trasladarse de un lugar a otro sin utilizar sus coloridas alas, la araña se posaba sobre sus alas y con el peso no podía volar. La hormiga con tanto ejercicio que realizó para ayudar a la araña logró bajar su pancita. Constanza sabía que a pesar de sus resultados nunca sería comprendida por sus pares. Entonces se le ocurrió una idea: - ¿Por qué no creamos un circo para entretener a los insectos más pequeños? ¡Ellos estarían felices...! - exclamó Constanza. - Es una buena idea, pero... ¿qué haremos para que no nos coman los insectos grandes? - consultó Pamela. - Les pediremos a los karatekas que nos protejan... - dijo Raquel - A quienes debemos temer son a las avispas, a las tarántulas y a los insectos con dientes afilados... - ¡Qué miedo...! - gritó aterrorizada la pulga saltarina. - Los insectos tenemos que unirnos. Si no hubiese sido por vuestra ayuda jamás habría aprendido a jugar al luche. Es necesario que dejemos nuestras rivalidades de lado y aprendamos el uno del otro... - dijo decidida Constanza. - El problema es que todos los insectos no piensan lo mismo - agregó Raquel - ¿qué comerán nuestros enemigos...?, es la ley de la cadena alimenticia..., el fuerte se come al más débil... - ¡Tendremos un circo a escondidas...! Estará custodiado por los karatekas. Nosotras traeremos a los insectos más pequeños con los ojos vendados y ellos se acostumbrarán a compartir con los otros insectos de distintas especies. Tal vez ellos cambien la cadena alimenticia y antepongan la amistad... - argumentó Constanza. - ¿Y qué comerán...? Morirán sin alimento - consultó la pulga saltarina. - Si de pequeños se acostumbran a comer vegetales, entonces ya no verán como comida a otros insectos menores..., como me pasa a mí. Ustedes son mis amigas, me ayudaron a cumplir un sueño y ahora las necesitaré para que me enseñen a... saltar la cuerda..., todavía me enredo... - dijo la arañita. Ella tenía razón, había aprendido a controlar sus patas una a una, pero el salto de ballet no servía para saltar la cuerda. Tenía que recoger sus patas para esto. Sabía que con paciencia y perseverancia lograría lo propuesto. El circo tuvo éxito y muchos insectos padres se extrañaban del cambio alimenticio de sus insectos hijos. Hoy existen dos tipos de insectos: los carnívoros y los herbívoros. Si te encuentras con uno que está comiendo hojas silvestres, entonces síguelo, tal vez encuentres el escondite del circo de la arañita Constanza.
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Astrid Carolina Daz
Gracias x tu comentario,luego publicare otro cuento. Saludos¡¡.
Astrid Carolina Daz