Ayer mientras deshojaba el calendario, 
ese que día a día se adelgazó, reflexioné sobre cosas,
situaciones y experiencias que mi alma cultivó.
Un año más que se va, un sendero más recorrido
en este laberinto llamado vida, otra página en nuestra historia,
y la hora de marcar otro punto de partida.
Un año mas que se va, anunciando la llegada de otro más,
otra oportunidad para tomar el control de la  rutina
y convertirla en una sorpresa que te motive en el día a día.
Un año más que se va, y que da la bienvenida al año nuevo,
y que te permitirá buscar la felicidad, el amor o el camino al cielo,
de hacer nuevos amigos o entregar tu corazón,
de encontrarte contigo mismo, o acercarte un poco más a Dios,
a ese Dios que a veces no escuchamos, pero que siempre está allí,
dispuesto a tender su mano, dispuesto a consolarnos.
 Un año más que se va, y es cierto eres menos joven,
pero un grado más de madurez has alcanzado,
y ha sido un grado mayor si la felicidad de  tu infancia no has olvidado.
Un año mas que se va, y otro más que ha llegado,
para dar y recibir amistad, para dar amor y ser amado
para agradecer a la vida todas las lecciones que nos ha enseñado,
para evaluar tus prioridades y alcanzar el éxito anhelado.
Un año más que se va, pero que jamás será olvidado,
puesto que lo hemos vivido, con el reímos, cantamos, bailamos
y por que negarlo, con él hasta  hemos llorado.
Un año más que llega, una nueva aventura ha comenzado,
y desde sus primeros minutos
a dar felicidad en un abrazo nos habrá enseñado.