Argentinian Cirkus
Publicado en Dec 28, 2009
Un triste conjunto de seis o siete carpas. La noche se ensaña roja por el aire. Feria de Atracciones. Carteles de una magnificencia de cruel risotada, letras doradas y fileteadas contienen el espacio. Alegría y sorpresa para chicos y grandes. Shamila, la odalisca ciega que predice el futuro y revela la suerte. Vilma y Dalma, las siamesas fatales de Budapest pero con un inconfundible acento al barrio de Dock Sud; bailaban el foxtrot "Carry me over the clouds" haciendo mohines y picarescas insinuaciones. En la carpa aledaña, Javier, el hombre pez martillo por su escamosa dermis y por la exagerada separación de los ojos, casi a tres dedos de las orejas, fumaba en el receso un Avanti empezado y seguía los rastros del foxtrot con un sincopado y disimulado movimiento del pie o de la aleta izquierda.
Pero todo esto es rutina, figurita repetida para Anselmo Griselin. Después de probar y fracasar en varios emprendimientos y oficios, Anselmo se gana la vida como partenaire del mago Avdalón de Toulouse, eximio prestidigitador e ilusionista y dandy en desgracia. Luces rojas, reflejos amarillos y una tenue veladura de un azul mezquino colorean el improvisado escenario. ¡Pasen y vean! ¡ Los prodigios del arte de desaparecer y aparecer delante de la vista de todos los presentes! ¡Admiren al paladín del escapismo en la imposible hazaña de liberarse de esa maraña de férreas cadenas! Cada acto anunciado con estentórea voz y cargada de gran elocuencia y un infantil dramatismo. ¡Pasen y vean! ¡Los insondables y oscuros arcanos de la desmaterialización de un hombre! sin embargo el acto más impresionante era el famoso y viejo truco del cercenamiento en dos; el serruchar dentro de la caja mágica y partir en dos el cuerpo del partenaire. El mago enseña a los concurrentes el serrucho que oscila como un fleje satánico del derecho y del revés, y el instrumento de corte con unos dientes inmensos de tiburón sibarita impresiona a grandes y chicos. Anselmo Griselin vestido de Pierrot y con el rostro embardunado de blanco guiña su ojo maquillado de lágrima negra a la escasa multitud. Se introduce en un aparatoso ademán y queda acostado dentro del compartimiento mágico. El mago Avdalón de Toulouse procede sin más parsimonia a tronchar en dos al ayudante. En apenas un segundo que parece durar exactamente un segundo se apagan todas las luces, los reflejos quedan mudos interrumpidos por un grito desgarrador. Corren al lugar las siamesas, el hombre pez martillo y hasta el encantador de serpientes. ¡Me lo han cortado como fiambre! gritaba a todo pulmón el payaso Chantilly. ¡Me lo han partido en dos! sollozaba Doña Ángeles, madre de Anselmo y vendedora de garrapiñadas con la mirada clavada en ese horroso charquito de sangre que resumía la vida de su hijo. Sólo tres días hablaron de este penoso suceso los periódicos de la ciudad. ahora la noticia con ribetes de tragedia la ocupaba el secuestro y asesinato del caniche de una señora de alcurnia y el posterior suicidio de su mayordomo. Y no se habló más del tema del modesto circo de pueblo y de su feria de atrocidades. Muy de vez en cuando se escuchaba en algún pueblo del interior, en los fogones de los arrieros; el canto triste a modo de milonga campera la historia del cortado en dos y de cómo esa almita en pena andaba por los parajes buscando su mitad perdida. Hacia fines de la década del 50, los diarios gorila de la época deslizaron a modo de vil calumnia, la versión de que la parte superior de Anselmo fue contratada por el régimen del tirano prófugo para que hiciera de doble de riesgo en sus discursos desde el balcón de la Casa Rosada. Ya que mediante un disimulado maquillaje y un peinado con fijador Brancato e incluso con el balcón ocultándole la parte inferior, Anselmo daba a la perfección como alter ego del general Perón. Años mas tarde el conocido cronista del diario Crónica, Elbio Agüero en una investigación sobre las espectrales apariciones acontecidas en los cines porteños de a finales de los 60, recabó la siguiente información: una de ellas ocurrió durante la trasnoche en el cine Dante del popular barrio de La Boca, En medio de la proyección de Operación Dragón, protagonizada por Bruce Lee; tres espectadores atestiguaron ver como dos piernas sin dueño pateaban la estufa de uno de los pasillos, provocando un incendio de mínimas consideraciones. Aunque la leyenda urbana, sitúa el mismo cine, pero durante la exhibición de Gimme Shelter de los Rolling Stones. Elbio Agüero con su fino olfato de buscador de noticias, entrevistó al boletero del cine "Dante", Don Elmo Sanlisegri y con sorpresa notó un cuadro en tono amarillento de un adolescente vestido de Pierrot, esto, más la comprobación del anagrama defectuoso con que se formaba el nombre de Anselmo Griselin, no hizo más que dar luz sobre el enigma del partenaire serruchado en dos. Ni falta le hizo al cronista constatar que a Don Elmo le faltaba la parte inferior del cuerpo. De la otra mitad poco y nada se supo, hasta el día en que desprevenidos clientes observaron con pavor como el maniquí que exhibía pantalones en la tienda Gath & Chaves, movía la pierna derecha hacia arriba y hacia abajo en un disimulado intento de rascarse la nalga izquierda. Imposibilitado de ganarse el sustento a la vista de todos, optó por recomendación y consejo de su entrañable amigo El loco Arana a probar suerte en el deporte y es ahí que comienza como entrenador personal de Angelito Labruna el recordado crack riverplatense a enseñarle los misterios de pegarle con las dos piernas. El empeine de la izquierda parecía un obús alemán por la precisión y la endiablada comba con la que vulneraba los arcos rivales. Dicen los hinchas más conservadores y supersticiosos que esta maniobra tan poco ortodoxa de entrenamiento conllevó y fue el motivo de una larga sequía de dieciocho años sin campeonatos para el club de la banda roja; como un conjuro, una maldición que al día de hoy nadie se ha podido explicar. Yo tampoco.
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Pili
Porque además de tu ingenio y valía como escritor, eres un excelente dibujante, un artista con el color.
Un besazo.
Pili
Marcos
que me a provocado más de una carcajada (y vos sabes bien porque)
hay tantos guiños, alusiones sobre hechos de épocas pasadas, sumado
a su ingeniosa narrativa, que hacen que este escrito sea un trabajo que merece ser leído.
Gracias por publicarlo y te mando un fuerte abrazo.
Elvio Agüero.