Va la luna bailando a su capricho:
Prófuga de los hombres y prófuga de las horas.
Refulgen sus pasos en la acera verde.
Mancha redomas y tiñe plazoletas.
Resbala sobre bebederos y fuentes
y hace su danza sobre los ladrillos.
La luna coloca una cereza en cada virgen
y poda los besos de los enamorados.
Los perros le contestan con ladridos
mientras ella jadea entre los abrojos.
Su pisar es el de una muchacha
que jamás ha abandonado sus despechos.