Ella se guarda todo
y solo abre la boca
para bocados calientes
y caldos espesos.
Jamás se le zurce mal gesto
últimamente solo verrugas que tanto andan de moda.
Algunas enfundan la comida
con mantos de látex
pero que después de una noche de copas
acceden a degustar
a mordidas largas y sin sal.
No se les entiende nunca
pues cuando más felices las hacen
lloran y electrizan a los muslos
que tiesos danzan
inocentes de todo
y culpables de nada.
Ya no les gusta solo el habla a labios sueltos
anhelan la parla de cerca como susurro
que se les tracen piropos en círculos
a lengua frenética con todas sus habilidades
ya no más a señas como me decía la abuela.
Las he visto de todas formas y en grupo
nunca les hablo de usted
cuando el pelo rizado al aire llevan
y siempre saludo de mano y de beso
a las que gallardas de copetes carecen.
Son frutas de carne con salado néctar,
alcohol que de alegría me sonrojan
cada carmesí principio o final de mes.
No tienen caducidad los jugos nocturnos que;
como coctel te sirven después de un buen chiste
que estornudando profesan
pero a medio siglo el alcohol que me encanta
se les vuelve libertad
que muchas veces extrañan y recuerdan en rojo suspiro.
No me he cansado de verlas
ni de como intentan besarse una con otra
es una danza tan fiera
ver como pareciese cegarse el ojo de su tormenta
cada que el manto de lacrimosa surge en su encuentro.
Aparecen con labios pintados de negro
algunas mas pálidas lucen vainilla tierna en flor
pero como pintor y poeta siempre las fondeo de rosa
alma y adentro fino en su verdadero color.
Yo las hago transmutación constante
las forjo en dualidad con mis manos
moldeo con mágicos pases hasta convertirles el borde
en la punta aguda de cualquier lanza
es su ojo ciego un cuerno de unicornio hirviente
después de cada beso
una sanguijuela voraz durante el martilleo sin pausa.
Tosen
ensanchadas en su vertical postura
cuando les doy el mar
cuando las arrojo al viento.
Si las volteas en horizontal frenesí parecen sonreírte
y si te descuidas esa boca es capaz de todo
hasta de escupirte la muerte.
Las callejeras son festivas
siempre yacen vestidas de turbantes holgados y núbiles
por lo general son sabias
y nunca olvidan un rostro.
A veces los cuernos del unicornio
se adornan con aureolas celestiales
tribales incrustados sobre la planicie perforada
de las que lucen el sexo
como mariposas de una fuerte tribu
emblemas rupestres del jeroglífico labrado a lengua desatada.
Heroicas estrellas ardientes han sido
que en epopeya las estrofas tatuadas
con tinta perspicua e hirviente
fueron enmarcadas las batallas constantes con Ciclopes
de largo cuento y precoz final;
Loas milenarias a las Centurias de las Ninfas de mi amar
que hasta en filosofía son discordia.
No conozco de nombre a todas
pero de vista seguro
las hay risueñas
y empapadas de perfume recio; como la de Faty la española.
Candy me enseñó que son también capullos
cáscaras que esconden dentro una planta carnívora
y en el abismo la brasileña bailarina de carnaval
con el vestido morado me demostró
que gustan no nada más de carne
sino también son vegetarianas
y devoran cualquier vegetal erecto y sin cocción.
La de Fio; es polar iglú, aurora de terso y boreal molde.
Indra poseía toda la flexibilidad galáctica
que hasta vestida de mimo
lograba el entretenimiento hilarante
sin causar aburrimiento y repulsión
además de que escribía y pintaba mientras era yo
devorado y sin perder el ritmo
Y juro por el tango que no existe duda de que si ella quería;
!podría ser capaz de caminar
sobre las mil aguas de mi cuerpo sin ser hundida en maleficio!
La de mi Madre;
es necia forjada con procuro de la religión efímera
es muda además, cauce, manantial,
trabajadora pero sin la necesidad de que se le nombre
pues es humilde clarividencia de dotes misteriosos,
pero sobre todo la imagino a gusto y feliz
y siento su libertad pues sé que le ha de gustar andar descalza.
Si yo tuviera una sería la más amplia para convertirme
en el sombrero favorito del cielo.
Son vistosas larvas lunares y tópicas ráfagas de sol.
Las tropicales son amantes de postres importados
y les importa la cantidad
para ellas mientras más grande mejor.
Las del sur son hogareñas.
En provincia les encanta la mentira
y a las del centro adoran a los de un grupo de Rock.
Las surrealistas amparan a chamanes con alucinógenos baratos
y las abstractas, no saben ni lo que son
pero las dadaístas; están en un dilema, de ellas es mejor la negación.
En juerga se desenvuelven las que escuchan Heavy Metal
e imposibles las que con Trova consiguen hinchazón
las Ravers se conforman con cualquier cosa
y les encanta hablar con la boca llena
y las gruperas comen de todo con una boda como promesa si no, ¡No!. 
Las hay frescas y pasadas, toscas espectrales y oxidadas.
Tienen color a durazno en almíbar
al pétalo de la rosa en briza
a negro Halloween
y hasta a confundirse con la arena oro del desierto más árido
o pantano lodoso como la de María Magdalena.
Las hay aglifas y oxidadas
como las del Tíbet,
son toda cordialidad y de humores florales en trance,
pero hay también calientes
e insaciables vórtices cósmicos
que se esconden tras la reprimenda
del medio día en ritos dogmaticos de escarnio
como las de la provincia del Vaticano.
Son temporada de caza en primavera
y fugitivas insaciables en adolescencia
incomprendidas máximas en la cera
donde cualquier albañil bautiza;
con forma
apodo
numero
calificación
y rechiflas fugas a su gusto y manera.
Son conocidas como aves;  paloma
como pan fresco; biscocho
como cavidades; panorra
como semillas; pepa
como desilusión; pucha
y palabras inexistentes pero que sinónimo son de placentera causa...
Vírgenes eternas
a quien le importa que al principio fueran arácnidos
si es que la natura las dotó de tejer
fantasía como himen engargantado.
A la salve y canonice de las vaginas mi delirio
pues son el tintero perfecto
donde ustedes y nosotros ésta vida de tinta y libido transparente
se ha escrito sin pena y con alegría rimado.