Los derechos humanos.
Publicado en Apr 22, 2009
Los derechos humanos han sido pasados a llevar desde siempre. Nunca en la historia de la humanidad se ha conocido alguna sociedad, gobierno, imperio o lo que sea en los cuales se hayan respetado cabalmente. Injusticias y atropellos han existido siempre y dependiendo del cristal con que se les mire, se les ha justificado o no. Nuestro país no ha sido la excepción. No puede haber sido la excepción. Acá siempre se ha pasado a llevar a las personas; siempre ha habido aprovechamiento por parte de gente que piensa que el planeta fue creado para aprovecharse de él (lo cual es muy cierto, de hecho existe un mandato divino según el Génesis en dicho sentido) pero pasando a llevar los derechos de los demás, aprovechándose de la pasividad de los demás, de la ingenuidad de los demás y de la interpretación de las leyes (no siempre, a veces éstas no se toman en cuenta) en la forma que más convenga. Cada estrato de nuestra sociedad trata de pasar a llevar los derechos de otros. ¿Ejemplos? Lo que está ocurriendo con la economía mundial es uno de los más representativos. ¿Qué culpa tiene la persona que depositó ahorros en fondos mutuos, de lo que ocurrió y ocurre en la economía mundial? ¿Qué culpa tiene el empleado que perderá su trabajo por lo mismo? Todo es legal, todo tiene una lógica y una explicación. Eso, mis queridos amigos, se llama violación de los derechos de las demás personas. Durante el régimen militar se maltrató a personas que, al decir de algunos, amenazaban a Chile con totalitarismos foráneos por lo cual había que tomar medidas. Había que violar mujeres que no se podían defender, había que torturar hasta matar, había que hacer desaparecer. Y todo era ejecutado por aquellos a los que la sociedad les había encargado la seguridad nacional, la defensa ante enemigos del país. Y encontraron enemigos dentro del país, y pregonaron que estábamos en guerra, señores, y en esa, su guerra, se comportaron como los más desalmados de los guerreros porque no respetaron derechos humanos, y cuando se terminó la guerra inventada, se comportaron como los peores gatos de campo. Se apropiaron, o permitieron que otros se apropiaran (esto último en mayor porcentaje) de negocios, riquezas, bienes y un cuanto hay. Eso, mis queridos amigos, se llama violación de los derechos de las demás personas. Pasado el trago amargo y una vez retornada la democracia, se continúa con lo mismo, pero con matices diferentes. Ahora la violencia no viene de allá, más bien apunta hacia allá. Una generación completa de desesperanzados y carentes de oportunidades necesita vivir y no encuentra la forma correcta de hacerlo. Entonces se comienzan a polarizar hacia el vandalismo, hacia el robo, hacia la protesta irracional, sobre todo amparados en una lamentable frase de nuestra presidenta que dijo que en su gobierno no se usaría la violencia contra el pueblo (que no se interprete que la estoy culpando a ella, solo digo que su frase fue muy desafortunada). Sucede que a cualquier patán se le ocurre romper bienes de propiedad pública, liceos, negocios; sucede que a cualquier mocosa mal educada e insolente se le ocurre faltarle el respeto a una autoridad pública arrojándole agua delante de todos; sucede que a cualquier maleante se le ocurre agredir a carabineros sin que éstos puedan ejercer su legal autoridad; sucede que a cualquier bandido se le ocurre apropiarse de lo que es de otra persona y agredir hasta el asesinato. Eso, mis queridos amigos, también se llama violación de los derechos de las demás personas. ¿Qué podemos hacer? ¿Retornar a regímenes autoritarios? ¿Reformar las leyes? ¿Usar la represión de manera enérgica? Yo creo que si se lograra consensuar la idea de que mis derechos terminan cuando yo violo los derechos de otros se daría un gran paso. Hoy, el agresor se transforma en víctima apenas es aprehendido, lo defiende el mismo sistema, la misma legislación que han sido violados, con lo cual deduzco que hay fallas. El carácter de víctima no debería aparecer nunca si he violado derechos ajenos. La ley no debería ampararme. Cuando un agresor es detenido y es televisado en su camino hacia algún lugar, se le debería impedir que se tape la cara para que todos lo vean, lo conozcan y lo identifiquen (¿Qué se están violando sus derechos? ¿y cuales derechos, si se supone que los perdió con su fechoría?) Las protestas deberían ser canalizadas de manera civilizada mediante negociaciones similares a las negociaciones entre patrones y empleadores. La juntas de vecinos y otros organismos de bases deberían encargarse de canalizar estas actividades dentro de un marco legalizado y de respeto y solicitar las correspondientes audiencias a los correspondientes organismos interlocutores para plantear problemas y buscar soluciones. Y todo esto debería estar contemplado en la ley para que se cumpla. Si se trata de problemas que atañen a estudiantes, entonces serían los centros de alumnos los encargados de manifestarse. Evidentemente que todo esto amparado en el hecho de que cada planteamiento encontrará la correspondiente respuesta y negociación con el o los organismos involucrados. Si el tema ha funcionado (no tan perfectamente, pero sí lo ha hecho) en el caso de las negociaciones colectivas, ¿por qué no podría funcionar para lo demás? El caso de los maleantes es un poco más complicado. Si a mí me preguntan, opino que deberíamos aplicar una pena que se aplica en alguna sociedad oriental a este tipo de personas, esto es, mutilarlos de a poco (si no me preguntan opino igual lo mismo). Aplicar penas capitales sin titubeos, sin esperas, sin vacilaciones. El daño infringido a estas personas al aplicarle castigos ejemplarizadores es muchísimo menor que el daño que ellas podrían hacer (que harán, con seguridad) a los demás en el futuro. Si se aplicara este tipo de castigos, ¿sería tan motivador elegir el camino de los robos y asesinatos? Definitivamente no. Poco a poco se reducirían los índices de delincuencia. No existe mejor motivador que el miedo a las represalias en casos como estos. No será una excelente solución, pero sin dudas, es la mejor. Pero todas estas no son soluciones radicales. Pienso que la principal acción para disminuir estos problemas es una justa y equitativa distribución de riquezas. ¿Quién tiene la palabra? ¿El gobierno? ¿Los empresarios? ¿Los grupos económicos? ¿Los trabajadores? La respuesta es obvia: si hablamos de distribución de riquezas, entonces hablamos de que quienes tienen riqueza deben saber compartirla. .-¡Utopía, ilusiones, fantasías! Ni a palos reparto lo que me he ganado con el sudor de mi frente y con el sudor de la frente de todos mis esclavos. Lo que es mío es mío. No me lo quita nadie. A lo sumo podré participar de planes de capacitación (pagados por el gobierno) para que mis trabajadores (¿dije esclavos?) tengan oportunidades de surgir; pero no en mi empresa. ¿Dónde?... es problema de ellos. La real solución de estos problemas es la liberalización de las leyes laborales y la eliminación de impuestos que no permiten el surgimiento de las empresas. .- Perdone que no esté de acuerdo con sus palabras, señor, pero creo que los trabajadores lo primero que necesitan es una remuneración justa que les permita vivir sin sobresaltos y después estarán dispuestos a capacitarse para mejorar su desempeño. .- No señor, primero capacitación y después remuneraciones de acuerdo a lo que dicte la ley. .- Pero si llegan a la casa con un diploma, sus niños no se pueden comer ese diploma ni pueden esperar tanto, digo yo, además de acuerdo a la ley se les paga sueldos mínimos que no alcanzan para nada, entonces ¿qué sacan con capacitarse si igual tendrán poca plata a fin de mes?... Señor... Señor... ¡Chuata! parece que algo le pareció mal y me dejó hablando solo el caballero. No importa, vamos a poner su casa en la lista de casas a intervenir para redistribuir la riqueza por cuenta nuestra. Si no es por las buenas, entonces será por las malas. Don Baldomero. P.S. diceelrefránaDiosrogandoyconelmazodándolealostrabajadores.
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Sergio Pellegrini
"Todavía cantamos, todavía pedimos, todavía soñamos, todavía esperamos...." Victor Heredia.
Saludos.
Sergio