LA SUERTE DEL PAYASO...
Publicado en Apr 23, 2009
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"A veces necesito de mucho valor salir a escena, con mi cara pintada de colores, una peluca al viento y un pimpón rojo ceñido a mi nariz para satisfacer el gusto a toda una audiencia, que juzga y aplaude mi actuación en el gran  escenario amorfo del circo de la vida"

Disfrazado de payaso me gano la vida. Salir a escena para hacer reír a la concurrencia es mi trabajo. Los divierto con mi actuación y mis chascarrillos. Pero me pregunto ¿realmente me divierte que ellos se diviertan, cuando hoy estoy sufriendo? Solo entiendo que no soy yo en estos momentos; que otra persona tomó posesión en mí y de mi atuendo para hacerlos reír. Por sus carcajadas, en sus rostros alcanzo a percibir que no han advertido mi dolor profundo, que en este instante mi corazón se encuentra llorando de inanición.

El telón sigue izado. Mi actuación aún no termina, mi alma sufre y llora, no está en mí, poder contener tanto sufrimiento indiferente. Alrededor, sigue el público mirándome, son como hienas al acecho esperando más y más de mí. ¡Me aplauden y me aplauden con locura! a medida que aflora en el ambiente la gracia de mi repertorio. Sus risas estridentes retumban en eco en el recinto. Ahora, no me agrada oírlas. Taladran mi cerebro como puñales invisibles. ¡Ho! Dios mío, que larga se ha hecho esta función...Estoy odiando al público. ¡No los quiero!... ¡No los soporto!... Solo quiero desaparecer.

El llanto brota en mis ojos incontenible y desnudo, cual perlas matutinas de rocio se confunde con la tintura de mi máscara de colores, que como un frio yelmo cubre la amargura de mi rostro. ¿Cuál es la razón? de tanta confusión y desacierto. La razón es mi madre que ya no forma parte de éste mundo. Murió antes de ayer en la noche, en el hospital departamental dejándome solo. Y hoy en la tarde, hace unas horas que enterré su cadáver en el cementerio municipal. Su deceso es el gran dolor que me deprime y por eso estoy llorando, mientras los asistentes al espectáculo ríen y se divierten. Apenas si respiro bajo el tenue revestimiento del colorido maquillaje, que disolviéndose está en mi cara por efectos del intenso calor, causado por la luz encandiladora de los reflectores del recinto teatral.

¡OH! Dios si pudiera por un instante, con mi llanto y mis oraciones apagar este fuego que consume la paz de mi alma. La vida es un circo y nosotros los payasos ocultos detrás de un colorido disfraz. ¡Pernotamos! en el largo devenir del tiempo con los años, lidiando con tesón y empuje el frenético antifaz que la vida pone en cada rostro como una marca innata. Puede ser  que a mí me haya tocado encarar el antifaz de la desdicha, siempre maltratado crudamente por los sinsabores de una vida hostigante e insulsa. El rostro feliz y alegre de ser bienaventurado frente a la mirada divina, como una dádiva pletórica de bienestar absoluto, de seguro no ha sido para mí.
Mas el semblante que origina el dolor de sentirse huérfano de madre, se acentúa más en las almas débiles, cuando el sentimiento es sincero y profundo, no se puede compartir ni ocultar. Tarda mucho tiempo recuperarse. Hoy me sentí extraño en el funeral  y luego en el lóbrego cementerio, cuando vi en mi entorno a un mundo de personas existencialistas, quiénes aplacaron mi dolor  con abrazos de consolación y  simples formulismos como respuesta a un profundo sentimiento. Amigo ¡Sintiéndolo mucho!, ¡Paz en su tumba! Y yo, me pregunto ¿Qué queda luego del final de una partida?... ¡nada! ¡La vida sigue igual!... una razón para continuar.
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Foto del autor latigo negro
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Descripción

"El gran escenario amorfo del circo de la vida"

Palabras Clave: payaso aplauso circo vida antifaz suerte máscara

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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