El bombillo se apaga, me levanto y veo el mundo: Las hojas son hojas y las candilejas son candilejas.La vida comienza a circular y a levantarse mariposas y arácnidos. Afuera el mar vocifera sobre los elementos y yo sólo soy una mezcolanza de carne y sueño.

Salgo al exterior:AL mundo, a la sorna. Veo tridentes, luces, cúpulas gigantes, mujeres sintéticas y esmaltadas, autos recostados en sus tapicerías. Santos y mujeriegos entran a misa y las catedrales se pueblan de silencio.

Recorro la calle y veo los oráculos: En cada orificio hay una madriguera, y, en ellos,un ser de carne se acomoda y ruge. Comienzan los brutos a destapar sus eruptos y las chapas de cerveza a ser recolectadas. Por todas partes hiede el orbe y, en su hastío, muchos seres se levantan.

Llevo mi corazón y mi canana. Veo las azoteas pintadas de flores y las flores son ameroíndias, tan ténues que se apagan con la llama de un estrépito. No sé que busco ni por qué ando pero mis pies siguen hacia lugares que mi mente no ha logrado pensar.