Relativismo Nihilista , Dios y la Sociedad de la Intrascendencia Compartir
Publicado en Jan 07, 2010
Por: Leonardo Pizarro Chañilao
Federico Nietzsche, filósofo germano del siglo XIX, anunciaba dentro de uno de sus más celebres libros (Así hablaba Zaratustra) lo siguiente: “Dios ha muerto”. Esta terrible sentencia, para los seguidores del cristianismo, fue un verdadero balde de agua fría sobre sus cabezas. El filósofo entregaba no solo un abierto rechazo hacia lo divino, sino que también una punzante estocada al Ser trascendente; aquél que anhela la inmaterialidad eterna y la redención del error asumido (que por cierto, es bastante menor a la cantidad infinitesimal de la realidad) Seria un craso error culpar a un estilo de pensamiento, persona o grupo de éstas, por los enormes cambios en las concepciones de vida que vemos en nuestra cotidianeidad. Debemos ser cautelosos en interpretar la historia y sus protagonistas, por que es ella la que entrega los cimientos identitarios sobre los cuales crecen las sociedades. Más, no podemos negar la influencia de uno de estos periodos históricos como piedra fundante del relativismo. Este fue el siglo XVIII o “siglo de las luces”. En este periodo el hombre capitalizó un sentimiento de igualdad y un despertar de la observación critica de si mismo, entregándose a la producción en masa como fuente creativa y a la cosificación de la naturaleza y el existir. Las personas se convirtieron en dueños de su destino , en señores de la lógica y la filosofía dualista ; sn embargo, se entregaron por igual a la adquisición , a la fabricación de bienes muebles- elementos suntuarios-garantías de una vida con una trascendencia heredable a los hijos. Cuando hablo de trascender, entiendo que este es un proceso que esta alejado de toda intención mediata. Por ello, incurrir en un estilo de pensamiento nihilista y relativista retrasa bastamente el largo aprendizaje que es el vivir. Estas dos corrientes de pensamiento, arraigadas y potenciadas en el mundo entero por los medios de comunicación de masas, llevan a pensar que no hay mejor momento que el que se vive en el presente y que toda realidad pierde la calidad de tal con la rapidez del anuncio de una nueva moda. A pesar de esto, proyectamos a futuro un pensamiento positivamente estructurado. Surgen entonces cuestionamientos del tipo: ¿Cómo puedo asegurar que mi pensar el futuro se cristalice tal cual lo he idealizado y no perder las oportunidades que la sociedad “del presente” me ofrece como elementos de construcción personal? ¿Qué debo dejar de lado para lograrlo?. Son este tipo de preguntas las que se nos presentan, mientras vemos que gran parte de las personas a nuestro alrededor se afana en vivir en “la modalidad Carpe Diem”(haciendo alusión a la burocratización del pensamiento y la robotización del mismo) ,sin más referentes que el propio ego como catalizador de su intelecto. El hombre ya no aspira a vivir eternamente. En su vida cotidiana se esmera por demostrar su finitud, comportándose de manera prosaica y muchas veces abyecta, frente a situaciones que antes eran de su completa incumbencia. Por ejemplo, el cuidado de los hijos. Su alimentación y cuidado, pertenecen en nuestros días a instituciones nodrizas en donde el niño es separado violentamente del apego maternal, convirtiéndolo desde la más tierna infancia en un “segmento de la población” que necesita de los cuidados necesarios. Mientras tanto, la madre , es ingresada al mercado del trabajo con regalías y beneficios en los tiempos de amamantamiento. La baja en la tasa de nacimientos en nuestra población fértil, es también una consecuencia de este relativismo- nihilista y egoísta. Nuestro país se hace cada vez mas viejo, ayudado de un sistema económico que da preferencia al exitismo material y a la vida sibarita. Los hijos sólo son numerosos en dos segmentos completamente antagónicos. Es así que las familias pertenecientes a ciertos sectores acomodados, presentan una cantidad promedio de 5 hijos; presentando igual promedio las familias de escasos recursos. Unos entregan una educación para salir al mundo; otros, una educación que no alcanza a veces los 8 años de estudio. Esta carencia de aprendizajes, se transforman en carencias cognitivas a la postre difíciles de soslayar. Con esto quiero dejar en claro que nuestra educación se basa en un modelo discriminador, con medios materiales para sustentarlo, pero que sin embargo, parte desde una base conceptual de la abundancia, de un vivir ideal, ajeno a la realidad de millones de chilenos. Mientras más nos preocupamos de nuestra finita existencia, más nos esforzamos por exprimir el presente. Placebos de todo tipo se presentan como amnésicos de realidad. Huxley (Un Mundo Feliz) se convierte en profeta anunciando el uso del soma (ansiolíticos, antidepresivos) para evadir una felicidad consensuada pero no disfrutada. La sorpresa que causa el vivir la belleza de lo espontáneo, nos transporta a un lugar fuera de este tiempo, fuera de nuestras relaciones diseñadas permeadas por el ansia de controlar todos los canales de interacción simbólica. Dios no ha muerto. Solo nos ha entregado la libertad de decidir y concluir (no como castigo, sino como prueba) que ocupar la ratio es resultado de un proceso evolutivo, de circunstancias complejas vencidas muchas veces al azar , en que la relación con el medio se desarrollo desde el yo y el mi, figuras lingüísticas posesivas , competitivas y discriminatorias. Las clasificaciones mercadistas de nuestros pares en competente o incompetentes; la vigilancia excesiva de cada acción realizada., se convierten en elementos socializantes en la actualidad. Desde la escuela comienza el adoctrinamiento hacia la pacificación de nuestra libertad intelectual , entregando como sustituto el placer sensual y material del logro alcanzado, del reconocimiento social y la departamentalización de saberes escogidos tendientes a la especialización (distinta es por cierto la labor de una escuela que enseña y la escuela que educa). El ojo que todo lo ve, figura simbólica del billete de un dólar, se manifiesta como el gran hermano de las metrópolis atestadas de cámaras de seguridad que ahogan la conversación asocial. No existe peor coerción que la observación perpetua; no obstante, no hay mejor forma de romper este cerco prohibitivo que el silencio. Es hora de desligarnos del Dios coercitivo, porque este es tan humano como nosotros. Debemos entregar nuestros pasos al Espíritu Supremo ( o como quieran llamarle)y a la idea de trascender mediante su guía , tomando en cuenta nuestra finitud como un adelanto hacia la inmortalidad de nuestra esencia y de nuestro recuerdo en los demás. Tarea titánica, decía un cura , es comprender los caminos del Señor. ¿Cómo nos entregamos la potestad de enjuiciar a los demás , imponiendo emocionalidad negativa al mensaje de Dios?. Es esta secularización de la costumbre de creer (porque las costumbres pueden variar de acuerdo a contexto) lo que nos ha transformado en vividores, despojándonos de la libertad de crearnos y recrearnos en los demás. Es decir, estamos perdiendo la capacidad de amar por encontrar la solución menos destructiva de todas las que nos atemorizan. ¿Cómo vencer este miedo? Dejando de atribuir nuestra poliforme estructura emocional a todo lo que posee una estructura sinérgicamente activa en la creación de si misma y los demás. Amor por la creación , la trascendencia y el recuerdo del proceso, ya que sin el, la naturaleza y otros procesos cíclicos , buscarían la perpetuidad por la competencia y eso se transforma en destrucción y muerte. Albert Einstein, al ser consultado en su lecho de muerte por Dios y el universo, (siendo la consultante una de las enfermeras que allí atendían) respondió de esta más o menos así. Don Albert ¿Quién es Dios y que es el universo dentro de esta lógica? Albert responde serenamente: El universo es un enorme jardín de estrellas y Dios… su jardinero. Glosario Nihilismo El nihilismo, del latín nihil (nada) e ismus (doctrina, movimiento, práctica de) es la "actitud" filosófica, puesto que no es una tendencia filosófica estrictamente definida, de negación de todo principio, autoridad, dogma filosófico o religioso. El nihilismo es una posición filosófica que argumenta que el mundo, y en especial la existencia humana, no posee de manera objetiva ningún significado, propósito, verdad comprensible o valor esencial superior, por lo que no nos debemos a éstos.
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