Querido mio:                        
              Tu última carta-que conservo conmigo-es más hermosa que todas las cosas bellas que puedan existir. Por muy excéptica que sea, no puedo ahora dudar de tu sinceridad, pués creo que tus palabras son más difíciles de inventar que de sentirlas.  
                        No sabes cómo me queman éstas frases de amor que he debido contener éstos dias sin escribirte. Aunque es un halago para mi que estés molesto ya que me indica, por fin, que estamos igualados en-por lo menos- la impaciencia de recibir las cartas, debo asegurarte que ha sido unicamente por no escribirte así como lo estoy haciendo, en forma casi ilegible, es debido a un golpe a la mano derecha que me lo impedía.                     
                   Siempre me viene el recuerdo de los proyectos que tienes para nosotros dos, Me emocionas cuando hablas de aquél momento en que nos casemos, tus sueños son que vivamos en una casita pequeña y con antejardín. Y la arreglaremos a tu gusto (para no discutir) y yo me encargaría de arreglar el jardín, ya que siempre me han gustado las flores, las plantas, pero nunca tuve una cómo tu anhelas, que me inspire para sembrar otras. Me dices que confias en que los sueños dejen pronto de serlo para ser nuestra realidad el sueño que me inspira. Y esto se convierta en feliz realidad.                    ¿Te gustan los libros que te mandé, espero que así haya sido, pués elegí los que ya había leído y gustado yo misma. Respecto a la fotografía, no te la mandé pués todavía no la tengo. Ya va.                     Después de nuestro gran sueño de un hogar juntos, me queda agradecer a Dios por tan bendito oportunidad que se nos estará dando en poco tiempo más. Soñemos mientras tanto en ese futuro que llegará lleno de rosas de ese que será nuestro jardín.                   
               Me despido con un beso y un hasta pronto, mi  amor.
                                                                                                      Minerva