a Juan
   
   Brindo porque finalmente sabemos que escribir se resuelve escribiendo y que nadie que esté tocando la armónica abajo de un árbol busca más consagración que la que ya logró: la música y el refugio de la sombra de un árbol. Ahora que ni los fantasmas se salvan del hambre y el "bloq mayús" ya no figura en el teclado, me quedé pensando en esa cuestión que supimos trajinar seguido: esa de encontrarle vuelta y hábito de hacer palabra el fuego interior; en resumidas cuentas a los dones, a la falta de certeza de encontrarlos en uno mismo, a todo eso que podríamos convenir en llamar lo dado. Y pensaba también en lo que tan originalmente nombraste "apostrofagia". Me acordaba que una vez vi por tele el resumen de una conferencia donde el nada novel premio nobel José Saramago decía algo tan interesante como obvio: que el repertorio de las palabras es directamente proporcional al caudal de las ideas y que sin ideas forzoso era tener un mundo anémico; le agrego a eso otra obviedad necesaria: que el idioma es la posibilidad de compartir a todos y de ser de todos "eso dado". Entonces pudimos entender capaz un poco mejor porqué la tradición, porqué esos hermosos alfabetos extraños escritos en jeroglíficos transformaron más tarde idiomas, o porqué el sentido de rescatar del olvido a esas civilizaciones enterradas por otras bárbaras que cruzaron el mundo conocido en nombre de un dios personal, y si volvemos a la aldea y seguimos: porqué Atahualpa y porqué el rock, y por qué es mejor escribir como se habla y no según nomenclatura de academia real, porqué esas ficciones que nos marcaron y que escribieron tipos que nacieron acá mismo y porqué recordarnos bien cosas como la dictadura y el "uno a uno", puedo dejar de pensar qué tiene que ver la tele basura, la mala leche de los "incomunicadores" (lluvia de clancks), la mecanización de casi todo, el absurdo objetivo de confort sin música para volar comprado por una buena mayoría, el egotismo infinito y voraz que enseña egoísmo, la crisis de los vínculos y un montón de etcéteras con aquello de lo dado. Con la posibilidad de rescatar para todos y compartir con todos esos dones. Coincido con el fundador del bosque pulenta, que dijo que cuando se escribe no se escribe solo y que toda escritura es colectiva. Capaz eso justifique al escritor maldito que casi confinado escribe pensándose a sí y a los otros. Entonces el único norte vuelve a ser el norte verdadero, el de la brújula, el que te llevó primero a Eldorado (aldea que pintaste con esos cuentos que fueron un poco laboratorio y germen de lo que es hoy este escribidor con mayúsculas) y después "a la ciudad de la bendita primavera".  Y el eje vuelve a ser la silla y el orde, como le llaman los gallegos de allá a las computadoras. Y aunque natura a veces non de -o trabaje siempre con esa economía tan eficaz que lo hace todo más fácil- mejor que salamanca se vaya a tomar por el culo. El título mejor y el que habilita en serio es el que se logra en la universidad de la calle. Por eso brindo (mientras vuelvo a ver aquella ninfa pintarrajeada y escotada alzando sus brazos y dibujando con ambas manos, índice y mayor que bajan haciendo palanca, inmediatamente seguido del ¿"entendés"?) y me alegro, en estos tiempos de ídolos de barrio, que hayas posteado al final la mismísima imagen descarnada del fantasma hambriento, y no ese mascarón de lobo estepario que habías puesto por foto.
Abrazo de gol