Genoma y feromonas: La inmensa gravedad del asunto
Publicado en Jan 14, 2010
Mientras yo bebía vino como un muerto de sed, los perros merodeaban enloquecidos alrededor del plato repleto que siquiera pude tocar; una batahola bajo la mesa, iniciada por Fernet y terminada por un puntapié impersonal en el costillar de alguno de los dos canes, derivó en las malas miradas que me dedicaron ciertos comensales.
Isabel lloraba encerrada en la habitación y, aunque no hubiese hecho de la caída de Marianito un verdadero desastre aéreo, yo sabía que Ella no me quería ni ver. Elevar el trasero del borde de la silla en la que sentado movía ansiosas rodillas por subir a verla, iría a empeorarlo todo; era casi seguro que así seguiría yo los mismos pasos vacíos del perrito. Javier rompió, con ostentosa fanfarronería, el celofán de su puro importado, y dijo mirando su habano: -yo no entiendo nada, los cubanos se mueren de hambre cuando, con el precio al que exportan éstos cigarros, podrían estar viviendo en un paraíso, jajaja-. Y procedió a recortar la boquilla. -acá también la gente pasa hambre, Javier- contesté sin pensarlo mucho; con tanto vino al buche apenas podía mantenerme callado ante una muestra gratis de la necedad humana. Una chispa crepitó avisando que el fuego aún no había muerto. -si acá los negros se cagan de hambre -me corrigió el contador Javier- , es porque no quieren trabajar; claro, con eso de los planes del gobierno... Decile vos, Celia: ¿Cuánto hace que estamos buscando una empleada doméstica? -meses-. Dijo Celia. -meses-, repitió Javier maniobrando el Cohiba como una gorda batuta-, ah, ojo que quieren que las tengas en blanco ¿eh?... que les pagues aguinaldo... y tenés que asegurarlas porque si se te queman con agua caliente, las tenés que pagar como nuevas y como si sirvieran para algo. -porque, para colmo, les tenés que andar encima-. Completó Celia -no les da la cabeza ni para fregar pisos... pero no, con los planes del gobierno, se llenan de hijos y el negro se queda en casa, dale y meta chupar vino en cajita y mandándole mano a la hijastra. -hay que enseñar a pescar, no darles el pescado-. Acotó Mirto con un pobre hilo de voz. -no generalices, Javier -intervine-, hay gente que sí vive en la miseria. -es porque quieren... -y si a vos te va bien, Javier, les pagás porque te da el cuero -hipo- de tener sirvienta y punto. Sino, a fregar los -hipo- azulejos, mi querido contador. -lo que vos no entendés, Inocencio, es que nosotros somos de alcurnia-. Me dijo Celia.- ¿Cómo vamos a andar haciendo ese tipo de trabajos? -¿de alcurnia?... perdón... ¿Acaso son Javier de Borbón y Madame Thyssen?... ¿de qué alcurnia -hipo- me hablás? Asamblea del año XIII: se abolieron los títulos de nobleza. -tiene razón Celia-. Dijo Fernanda. -Ellos son profesionales. -las dos: ¡a lavar los platos!- dije mucho más diestro que siniestro y no tan en broma. Con ese grito, el hipo desapareció. -claro que tiene razón-, confirmó el contador expeliendo una gran bocanada -: nosotros tenemos abolengo... -¿abolengo en una ciudad como la nuestra, que apenas si pasa los cien años de historia? -si. Abolengo, papi; pero eso no es lo que está en discusión: la cuestión es que a vos te parece justo que yo me mate estudiando seis años para recibirme y que después venga una negra puta, que en la vida, para poder llevarse algo caliente al estómago tuvo que andar chupando pijas... -...Enrique Pinti dixit... voy a buscar otra botella de vino-. Informó Mirto. -¡y encima yo a esa negra la tengo que tratar como a una gran señora!- completó Javier y siguió-: ¡Ja!... ¿a vos te parece? haceme el favor, Inocencio; por gente como vos, el país está como está: por pensar así como pensás vos. -¡el país está así por gente como vos! ¿Estudiaste seis años en la universidad y decís esas cosas tan de ignorante? -¿ignorante me dijiste?- se incorporó Javier, cejijunto y ofendido ya que es el peor epíteto para un iluminado. -¡Javier no es ningún ignorante!-, defendió Celia al contador. -y ojo- le advertí al contador sin achicarme, quizás envalentonado por el alcohol- que en esa boludez de la alcurnia está todo el problema. Cómo vamos a hablar de linaje si la provincia tiene apenas cincuenta años, en un país recién va a cumplir los doscientos. De nuestros árboles genealógicos ha venido a América sólo un brote, y es de ese que brote somos parte. Si tanto somos de pedigrí ¿por qué nuestros abuelos no se quedaron en Europa? ¡Porque se cagaban de hambre!... y en todo caso los que podrían hablar de alcurnia, y con todo derecho, serían los descendientes de las civilizaciones originarias... -... ¿civilizaciones? -si, si no las hubiésemos exterminado, con esa misma lógica sarmientista que proponés al hablar de una empleada doméstica, es seguro que esos "negros" según vos, conformarían una sociedad mucho más civilizada y orgullosa de sus logros que la nuestra. -no me hagas reír ¿vos decís que los indios...? ...no jodas, Evo Morales. -los vikingos eran bárbaros que saqueaban, que violaban y mataban aldeas enteras; centurias después son los mismos escandinavos que conforman las sociedades más vanguardistas del planeta: sociedades mas justas, en muchas cosas ejemplares y muy atentas al medio ambiente. Evolucionaron con los siglos. ¿O vos te creés que eso es porque tienen los ojitos celestes? ¡Claro que te estoy hablando de nuestros indios! -¿y Australia? ¿y Nueva Zelanda?... ¡Estados Unidos!... -Nueva Dehli... Bombay... Jamaica -contesté de inmediato-. En los países que vos nombrás, la matanza fue aún más feroz que acá... en algunos casos los pueblos originarios ni siquiera se mestizaron sino que prácticamente desaparecieron. -...por eso están como están y nosotros estamos como estamos. ¿Viste? siempre me terminás dando la razón: La culpa es de los negros. -¿por qué no cambiamos de tema?-. Propuso Mirto mientras servía el malbec. -o sea que vos matarías a tu empleada doméstica. -si me roba, la mato- sentenció el contador quitándole milimétricamente los dedos al cierre de las fauces de un Iván que ya escapaba con una costilla. -¡che, cambiemos de tema! -ah, civilización o barbarie... 1789, Revolución Francesa: Libertad, Igualdad, Fraternidad -enumeré con los dedos-. Vos te decís liberal ¿no? -si, soy liberal ¿y eso qué tiene que ver?... me estás mareando, Inocencio... ¡uf!.. ahora vas a empezar con las ideologías. -Libertad de matar a la sirvienta. ¿Vos te creés que la empleada doméstica, porque es libre y tiene ganas, va ganarse el pan despegando los soretes de tu inodoro? ¿Porque esa es su vocación, el sueño de su vida?. Lo hace porque lo necesita ¿Vos lo harías? -obvio que no. Yo no necesito- chupó su cigarro y prosiguió-: para eso me maté estudiando seis años una carrera. -y porque él es de alcurnia, Inocencio. Me parece que vos no entendés-, auxilió Celia mientras apilaba platos que aún estaban sobre el mantel. -cierto, la alcurnia; y entonces no hay igualdad; o, de última, algunos son más iguales que otros. Te creés que la empleada doméstica que te limpia el inodoro, tuvo igualdad de oportunidades, o sea, la misma oportunidad que tuviste vos de estudiar los seis años de carrera, una carrera que completaste sin tener siquiera que trabajar para costeártela... -hay universidades libres y gratuitas... -y mejores que ésa en la que vos te graduaste... -eso es discutible... haceme el favor de hacerla corta, Inocencio. Lo que pasa es que ustedes, los zurdos, siempre andan llorando por eso de los desaparecidos... -¿quién habló de los desaparecidos? -es que ya te veo venir con eso. Es fácil estar siempre del lado que perdió, entonces podés andar lloriqueando sin hacer nada. Te dedicás a ser escritor, y te pasás todo el día al pedo, sin laburar, pensando en los pajaritos como hace tu amigo Dean... -Javier: fraternidad. Algo de amor al prójimo; eso es básico para la convivencia y para la construcción de una sociedad más justa... -empezó a sonar mi celular- ¿o acaso no hablábamos de eso?- y los comensales estaban expectantes por saber de quién era la llamada. -Es Dean- informé y dije: -es de buen corazón- porque, efectivamente, era Dean avisando que había llegado a Ituzaingó y que tenía entradas para una fiesta a la que prometí ir. Corté. -Dean es de alcurnia-. Dijo Celia. Contesté exasperado, gritando: -¡qué alcurnia si el propio Dean me contó que su abuelo era un tano loco, un pistolero!-. Hubo un breve silencio. Mirto carraspeó, miró alrededor y silbó para tentar a Fernet con un hueso. -ah, pero la mamá Dean, es Deschanel-. Finalmente, la novia de Javier estaba empeñada en hacerme enloquecer, muy posiblemente para solidarizarse, de una forma bastante extraña, con Isabel-, y dicen que las Deschanel eran la clase personificada. Incluso una de ellas fue miss Argentina-. Fernanda respondió:-yo sabía eso, alguien me lo había dicho... Y fue que, luego de oír demasiado mientras bebía, pregunté: -Javier, Celia: ¿ustedes realmente creen que tienen sangre azul? -no sé si somos de sangre azul...-se apresuró el contador Javier. -entonces ¿por qué no vas al baño, agarrás una gilette, te cortás las venas para ver de qué color es? ... En trance, saltando y agitándome a puro remix (había sonado "harder" de Daft Punk, después "bruce lee" de Underworld, el Dj desquiciaba a todos menos a Dean, a quien aquello le parecía un mera convención de psicóticos saltimbanquis y me repetía "éste no es nuestro lugar"), ignoraba yo que estaba separado de Julia por una entera pista con una tonelada de freaks hipnotizados por los Utah Saints. Encontré a una bellísima Lourdes para decirle cosas muy bonitas, pero, ay, hube mechado sólo un chiste que me salió mal, uno muy de salón como para contárselo en una pista tan en trance. Lourdes sonrió... y siguió su camino. Luego de un pis y dos esnifes, me puse colirio para simular y me quedé a esperarla con esa especie de siniestro llanto sentisemental que, gracias a las gotas, le daría un tono risueño a mis duchos floreos. Pasó Julia con la malvada Moriana y sus miradas fulminaron a Lourdes, acaso creyendo que se trataba de Isabel, y descubriéndome en pleno despliegue de payasadas típicas como siempre que los sesos se me hiervan en cerveza al sol de una tarde de playa y que luego beba vino de buena cepa como un verdadero sediento, como siempre que se arroje al perrito de la novia por la ventana y que luego se tome champán en un vaso plástico y gigante como si fuese un agua buena que limpia y cura los recuerdos. De alguna manera, la breve pero horrible discusión con Isabel no había hecho mella, y pude ser todo un pintoresco borrachín gracias al alerta en mi pálido revoque nasal. Pronto supe que para Lourdes, en aquel momento estruendoso en que los Death in Vegas me hacían cosquillas en los talones, todo era un enorme SI. Ya con carita de chinos por la curda, en pleno diluvio navegamos hasta la furgoneta. Dean ya había desaparecido llevándose un primorcito a la mansión del Celta de Vigo, en una romántica góndola hecha con gigantes vasos descartables. Más allá de la ventanilla, la Ituzaingó parecía arrasada por unas aguas que no dejaban de brotar desde las barbas mismas de un Hermes Iracundo, del enfurecido Señor. Ningún bondi fantasmal generaba esas mareas violentas que azotaran zaguanes de calles anegadas. Al fin empañando vidrios y sofocándonos a besos. Con un cándido andar fui internándome en aquella promesa de patria de leche y miel. Lourdes gimió sin filtros y me tomó por la nuca con fuerza, como queriendo que me tragara la opulencia del mismo globo terso que yo acariciaba con ternura reverencial. Mordisqueé el tenue rubí del pezón y ella me contestó abriendo, en acto reflejo, las puertas mismas al edén de su gema, allí donde se encuentra todo el Santo Problema. Así, lo más dulce y lo más suave de la Creación, fue agasajado en una caricia a través de la burda barrera del jeans. -¿Por qué mierda ya no usan polleras?- Clamaron mis diestras gónadas convulsionadas y al rojo vivo; quise preguntárselo, pero con aquel interrogante, válido aunque insensible, todo ardor iría a hacerse humo en la lluvia que nunca más dejaría de caer. A pesar de la fricción con la que ya entrábamos al terreno del sincero arrancarnos las ropas, ahí mismo, en la bíblica furgoneta, como un idiota y por algún recóndito motivo, el siniestro del amor por Isabel hizo que me contuviese. Lourdes sintió tal freno en la piel y, sobre todo, en el orgullo; me miró extrañada, todavía posesa y con ojos vidriosos, sabiendo qué buscar y, como bruja cierta, dónde encontrarlo, hurgó en mi bragueta. La rechacé para desnudar al flácido pobre diablo ante sus ojos, mirándola coderil con el brillo del colirio en los míos muertos de miedo y sin poder disimular un corazón que se me deshacía. Sintiéndome un monje medieval que se azotaba la espalda atormentado por la puta y negra culpa de sotanas, intenté besar la frente Isabel en la de Lourdes; acaso quería hacerle el amor muy dulcemente, pero sólo después de pasearla en mi furgoneta vuelta calesa, sólo después de llevarla hasta la basílica de Itatí para allí casarme con ella, para así vivir una vida de felicidad eterna rodeados de nietos en viñedos al sol de una campiña. -Pero ¡por favor! ¡Cuánta melosidad!- dijo el ebrio alarido del interventor lado diestro, antes de preguntar: -¿de qué que calesa hablás en pleno diluvio universal? En el negocio del SI pero NO, del SI y NO, del ¿SI o NO?, hay una máxima que siempre debes seguir: A las mujeres siempre hay que prestarles atención, pero nunca darles pelota. Demasiada pelota ya le diste a Isabel, pero no le prestaste atención. -Cierto-, le contesté- te concedo que es una paradoja, pero ¿qué no lo es? ¿Cuándo prestarles atención y cuándo no darles bola? (He ahí la cuestión, cornudo amigo del siniestro amor). Porque la mujer, tan puta y tan santa, tan sabia y tan loca, tan madre pero tan mantis, es como la vida misma: una paradoja. La vida también es muerte, y por algo mi vida era Ella... y la muerte también lo es... por eso es que Ella quería esto, y también quería lo otro, pero, en realidad era que tampoco quería nada por quererlo todo... y que a veces era No para que insistiera y recibiera un: ¿No entendés que No es No? que era un Si que afirmaba solapado, por la negación de la negativa. Ningún clavo quita otro clavo, ingenuo lector. En pleno tiempo de calesas del Diluvio Universal, Lourdes me perdió el respeto por no habérselo perdido yo a ella, quien por su inteligencia de instintivas certezas sabe que después de mi orgasmo grotesco y bestial, en vez de a una calesa, el diestro troglodita sólo la iría a subir a una catapulta apuntando a alguna lejana galaxia. -Claro, es que debemos volver con la pobre Isabel: debe estar destruida- acotó el lado izquierdo. -¡Silencio!-, ordenó el diestro a su hermano interno-, no interrumpas cuando estamos tratando de ponerla-; y continuó: -la intuición femenina es un nivel de conciencia superior que hace que la mujer se encarame en el ápice de la evolución y, por ello, de la cadena alimentaria, es ella quien domina e impulsa a la civilización... -y así como van yendo las cosas... el siniestro tiene razón: hay que volver con Isabel. -según mis propias estimaciones -continuó el lado diestro-, en pocos siglos seremos todos unos pobres sentisementales esclavizados por las féminas. Al plantear ese apocalíptico panorama para la virilidad en futuros días de matriarcado, el opuesto siniestro espetó un: -darwinista pollerudo. -ah ¿mirá quien habla de pollerudo?, vos sos el culpable de aquel previsto destino rosa de la humanidad y ¿sabés que? creo que toda mujer, al final, desprecia tu mariconada enamorada; si tolera las idioteces del romance rosa sólo cuando las canta el chupamedias de Luis Miguel. ¡Hay que cogérselas para no besarlas! Como bien debe hacerlo el reo (y a la vez rey) que exija ella cuando al fin se libere del peso de los milenios de obligado y religioso recato, cuando se despoje de un decoro que el macho siempre le demandará a cambio de sublimar su fuerza bruta, de civilizar el mazo troglodita que es la ira misma del Dios Padre. Así será que cuando el animalito de su verdadera sensualidad muestre a la Hembra por cuya gracia surge la hierba a cada uno de sus pasos, con encanto y doncellez extienda la mano para palpar el vigor viril, será mejor que estés hecho un toro encaramado, Inocencio... -porque -intervino el siniestro, completando el discurso de su gemelo opuesto- aceptándote engalanada en los rubores del placer ya despojada de sus gélidas reservas y recibiéndote para lograr el regocijo merecido, abrirá su portal al feliz edén de lo Real, allí donde puedes ir a jugar de regreso, bajo el mismo sol que es magma de una vida que lleva dentro. -¡basta!- grité Un rayo cayó en las cercanías. Lourdes no iba permitir que cualquier iluso, en una sola noche, merodeara sus seguras verdades hasta el momento reveladas; mucho menos que un sicótico drogado se dispusiera a empalagarla impostando un siniestro amor tutti frutti. Había decidido que un culo se volvería arisco hasta al fin bajarse de la furgoneta. Y yo, que todavía lo ignoraba todo, aún trataba equilibrar a diestros y siniestros e intentaba atraparla con mis labios en los suyos, acariciar su lengua con la mía, creyendo, muy ebriamente, que aún era existía aquel viejo y garrafal SI. Lourdes, insólitamente, quizás para desconcertarme y asegurar el adiós a mi libido de psicópata, terminó con todo plan mío de satisfacción al decirme NO y romper en un llanto simulado, y mientras cubría su verdadero rostro con blancas alas de cachemira, con el rabillo del ojo me estudiaba como lo haría con todo cristiano macho perdido en tales faenas. Otra vez el lado siniestro me hizo bajar la guardia para hacerme perder todo el dinero en ese negocio de siempre. Su llanto surtió efecto atornillándome el pecho, despertando una ternura hacia Isabel, que me rasgó el alma en dos. Así, en la furgoneta bíblica y en pleno Diluvio Universal, permití que el lado diestro interviniese sosteniendo que la expulsión del paraíso fue el resultado de que Eva le dijera a Adán: "¿así que querés tocarme, eh?... okay, pero primero esa fruta prohibida". Entonces ella recurrió al consabido llanto... "vos no me querés más, Adán... si me quisieras..." y el resto de la historia es archiconocida: civilizados acá estamos, apilando horas, días, meses, años de rutinas laborales que nos permitan la supervivencia, con instintos amordazados y reacciones emocionales que nunca terminamos de entender, con el maldito insomnio clavándonos en el techo y el psicoanalista sentado en el confesionario, eligiendo entre ansiolíticos y abracadabras para dejar de sufrir al pedo vamos enloquecidos y con las manos vacías en este mundo maniobrado por distinguidos millonarios, por diestros doctorados en la defensa de lo indefendible, un mundo que se consume absurdo en suspiros, que extingue los recursos y las especies para halagar la bulímica vanidad de la más bella que vestida con algún último harapo pret-a-porter de miles de euros, con sus ojos de gata a la luz de una vela, mira cómo se sirven los filetes de la última ballena de los siete mares, con beluga en calavera sazonada con las lágrimas de una virgen de Biafra. Las guerras tienen que ver con el Poder del Dios que es Amor. Dios y Amor que son más poderosos en la ausencia. Vuelto un drogado troglodita que propuso mi lado diestro, en momentos de pleno Diluvio Universal, tomé su muñeca como pretendiendo apurar la cuestión y llegar a que, aunque sea, me acariciara la flácida verga. Todo aquello empeoró cuando, en una maniobra aún más ebria, patética y violenta, con la que terminé enganchándole la cabellera con el cierre de una manga de mi impermeable, le empujé la cabeza queriendo acercarle el rostro a mi zona más erógena. Lourdes volvió a llorar, pero esta vez en serio, pegándome unos codazos de cachemira, antes de bajarse de la furgoneta y dar un portazo. La fusión es otra ilusión en el eterno silencio. Hoy, que soy un fantasma hambriento, sé que es la mejor ilusión. Volvía al caserón con tantas ganas de Isabel, manejando muy ebrio por unas calles anegadas, mientras pensaba toda la materia existente gira en torno a los agujeros negros, alrededor de esas enormes nadas antitéticas a todo ser; pensaba en que la dinámica de las galaxias consiste en un orbitar por millares de años-luz alrededor de monstruos invisibles, inconmensurables, de antimateria, que devoran planetas y estrellas como si fuesen confites. Si Universo significa Uno. ¿Por qué la dinámica de las atracciones en ésta mínima esfera, en esta mota de polvo cósmico que orbita mansa en lo sideral y que llamamos planeta Tierra tendría que ser distinta? También aquí orbitamos alrededor de agujeros negros, jugamos girando alrededor del misterio. Es la inmensa gravedad del asunto. Estrellé el costado derecho de la furgoneta contra un árbol.
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inocencio rex
me alegra mucho que hayas pasado por este capitulo y te agradezco que te quemaras las pupilas frente a la pantalla a lo largo de estas 20 paginitas de textale.. creo que sólo despues de ser leído, puede decirse del texto que está vivo.. gracias, mi amigo por darle vida a este relato
Mastropiero
inocencio rex
Verano Brisas
Roberto Langella de Reyes Pea
inocencio rex
algunos sólo tenemos pasma robert
Roberto Langella de Reyes Pea
Alejandro
inocencio rex
un abrazo
Roberto Langella de Reyes Pea
Además, con este diálogo quedan bien ventilados estos personajotes de "alcurnia", que hasta ahora bien podía presuponerse cuáles eran sus contenidos, pero nunca está de más darles un poco de voz propia. Un abrazo.