LA PEQUEÑA ROSA
Publicado en Apr 29, 2009
En lo más alto y árido del monte, nació una rosa, de esas que no tienen color debido a la ausencia del agua y del sol, la pequeña rosa, débil por la carencia de luz apenas se empinaba por el lado de una enorme roca. Los escasos pájaros que por allí pasaban se reían al verla tan frágil y deforme, los gusanos que reptaban sobre la tierra reseca ni siquiera la tomaban en cuenta. El destino de la pequeña era sin lugar a dudas morir pronto de sed. Sus hojitas tiritaban de miedo y en su tallo no había ni un solo asomo de espinas que la defendieran de los depredadores.
De pronto al pie del monte se escucho un enorme bullicio, era gente que gritaba furiosa, mucha gente. -¡Mátenlo, mátenlo ¡ -¡azótenlo ¡ La rosa solo escuchaba no podía ver lo que pasaba en los pies del monte, la enorme roca se lo impedía. De pronto escucho que uno de los hombres, el de voz más potente impartía órdenes a los demás. -¡Pónganlo allí ¡ La gente seguía gritando furiosa, se escuchaban quejidos de dolor de una garganta profundamente angustiada, el hombre que daba las órdenes puso un pie casi encima de la rosa, ella vio una sandalia enorme en cuya punta aparecían unos dedos casi deformes y sucios. Tembló de miedo, la gente seguía gritando. ¡matenlo¡ Vio muchos pies a su alrededor en cualquier instante alguien la pisaría quiso gritar pero no podía, sintió pavor, sus raicillas parecían despegarse del suelo, de pronto sintió fuerte los golpes de algo duro que retumbaba en el aire, la gente seguía gritando., el tac, tac, interminable hizo que su cuerpo vegetal casi explotara. No supo que paso después todo pareció nublarse, la gente huye despavorida, algunos estaban postrados en el suelo pidiendo perdón, otros lloraban, gemían se retorcían. La pequeña rosa sintió algo tibio que la empapaba, era una sensación muy agradable, perdió el temor, se sintió alegre, viva llena de fuerza, entonces se dio cuenta de que había crecido repentinamente y que su color era de un rojo encarnado realmente precioso. De pronto giro lentamente sus pétalos y vio hacia lo alto, sobre ella y clavado en una cruz un hombre la miraba tiernamente, su cabeza coronada de espinas y sus brazos y pies atravesados por clavos, de su costado horadado por una lanza, manaba agua y sangre, la misma que gota a gota caía sobre la rosa.
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leticia salazar alba
EN ESTE MUNDO TAN ESCÉPTICO NOS HACEN FALTA ESTOS RELATOS DE VIDA
haydee
Nada se pierde. Aún de la misma oscura muerte, alquien, como la humilde rosa, encuentra lo necesario para prolongar su propia existencia.
FELICIDADES!
paul quintero
Claudia Riquelme
Mis estrellitas y felicitaciones,
LaNegra
Jean Pierre
francisco Burgos Garcia
María Cristina Donoso