Pasan los vehículos como plagas del pavimento y las mujeres se aferran al paraguas: El día ha terminado en lluvias y el agua helada siempre trae pestes. Pasa el funicular impenetrable llevando a excluídos y a borrachos.Atónito, oigo la ira del absuelto y la retórica de los predestinados a la carcel o a la muerte súbita.Las cosas me quieren confrontar pero me voy en un acto de desaparición repentina.Paso entonces por cerros hidrópicos y por cañaverales nunca cortados. El eje de la tierra se mantiene al márgen de lo que sucede y prosigue en su trabajo fatigoso.Los marginados se han salvado de las matanzas diarias y entran de contrabando en sus guaridas.Cada paraje trae su trauma y lo arroja a los peatones. Oigo pisotones y desahogos y una mujer se queja de ser de nuevo golpeada, pero no halla un desagüe propicio para sus penas: Mañana relumbrará el día y ella continuará siendo sedimento.Oigo el grosor de los tributos cobrados y la risa plácida de los tribunos.El malo tuvo una efeméride gozosa y se apresta a dormir en la bahía, de cara a la luna y con sábanas de intemperie.Por todas partes se ven termitas y deterioros y se escucha el bailoteo y el griterío en los cabaretes interminables y lánguidos.