Calma y llanto en civilizaciones condenadas.
Recuerdos de vecinos que nos fueron preciados.
Alquimistas inocentes devastados en sus crónicas.
Ciudades quemadas o cremadas por asesinos.
La satisfacción enfermiza de vencedores censurables.
El transigir de los amantes al responso de despedida.
Los monjes místicos cortados por el viento.
El canto de cocheros que murieron estrellados.
La muerte cercenando vidas con su bisturí
los gritos íntegros de retiradas plañideras.
Todo ello se encuentra en un libraco
de historias insensibles y martirios horrendos.