EL LÁPIZ MÁGICO
Publicado en Jan 23, 2010
Felipe era un niño muy flojo, no le gustaba hacer sus tareas, no prestaba atención en la sala de clases, no obedecía a sus padres y para colmo no comía las verduras que le daba su mamá.
Sus padres, preocupados por esta situación, llevaron a Felipe a la orientadora del colegio. - El niño necesita creer más en sí mismo. Debe aprender a quererse con sus defectos y virtudes. Tiene sólo ocho años, en unas cuantas sesiones aprenderá a responsabilizarse... y a comer verduras... Animados por la respuesta, Ana y Jaime, entraron a una librería para comprarle a su hijo un cuaderno: el más bonito, con las mejores tapas de cartón, la portada más moderna y las hojas separadas por colores... ¡cuánto lo había soñado Felipe...! Pronto notaron que el interés del niño iba disminuyendo a medida que escuchaba: •- Aquí harás tus copias para aprender las letras... - exclamó mamá. •- Tendrás que escribir en forma ordenada y pareja... - dijo el papá. •- Como se divide en tres partes, podrás tener tus materias de Matemáticas, Lenguaje y Comprensión del Medio... - agregó la vendedora. Felipe quería el cuaderno para jugar: arrancar las hojas de colores y hacer aviones, remolinos y flores para adornar el living de su casa; dibujar y pintar con témpera; recortar y pegar las fotografías de sus artistas favoritos... ¿quién le había dicho que ese cuaderno suyo sería para "e s t u d i a r"...? Miró alrededor y de pronto encontró un lápiz azul en el suelo. Lo que más destacaba era la punta brillante como la llama de una vela, se agachó, lo tomó y lo escondió en el bolsillo del pantalón. ¡Es mío..., no tiene dueño!, pensó. Al anochecer, cuando sus padres estaban dormidos, encendió una linterna, tomó su "Súpercuaderno" (así lo bautizó) y con el lápiz brillante comenzó a dibujar... sin mover su mano..., el lápiz bailaba sobre la hoja celeste..., de pronto el croquis comenzó a tomar forma... ¡era un delfín... y se movía...! •- ¡No grites...! - dijo Felipe al delfín colocando su mano en la boca - ¡Despertarán mis papás...! •- ¡Ven a conocer el mar...! ¡Hay seres hermosos..., serás un gran marino...! •- ¿Cómo puedo acompañarte si yo soy tan grande? •- El lápiz es mágico, deja que una gota de tinta caiga en tus pies y pide el deseo de estar aquí conmigo... ¡pronto vendrás de regreso... serán sólo unos minutos... tus padres no lo notarán...!. Felipe no podía creerlo, había encontrado un lápiz mágico... ¡cuánto podría hacer con él... cumpliría todos sus deseos...! Nuestro amigo hizo lo solicitado por el delfín y sin darse cuenta estaba en su lomo en medio del mar. El delfín se llamaba Delfos y estaba buscando a su hermano Dilfen, que estaba perdido. •- Salimos a jugar con los corales, pero de pronto lo perdí de vista... Tal vez lo ha capturado el tiburón Tiburyn..., es el malhechor de los mares y temo lo peor... no puedo volver a casa sin él... •- ¡Vamos a buscar a ese Tiburyn... soy un niño valiente...! ¡Tengo un Súpercuaderno y un lápiz mágico...¡ ¡¡Lo venceré...!! - gritó Felipe. En las cercanías del refugio del malvado tiburón el mar comenzaba a oscurecerse, las algas eran gruesas y alrededor se esparcían esqueletos de otros peces: •- ¿Tienes miedo...? - consultó Delfos. •- ¡No...!, recuerda que soy un niño valiente... El niño no alcanzó a decir nada más cuando se vio preso por una red hecha de una especie de tela de araña verdosa y gelatinosa: •- ¡Suéltame Tiburyn..., te lo ordeno...! - gritó enojado Felipe. •- ¿Por qué tan valiente?... ¿no sabes acaso que te puedo comer...? - gritó furioso el tiburón abriendo sus fauces y mostrando sus filosos dientes. •- ¡Soy valiente porque tengo algo que te puede interesar y si me comes ya no lo tendrás...! - argumentó el niño. •- ¿A qué te refieres...? - consultó. •- ¿Tienes en tu caverna a Dilfen? - profirió Felipe. •- Sí, pero... ¿qué es lo que tú tienes y es más valioso? •- Tengo un lápiz mágico y un Súpercuaderno... - exclamó convencido de su valentía. •- ¡Ja, ja, ja...! - reía el tiburón - ¿de qué me serviría a mi todo eso? ... ¡Yo quiero comer..., es todo lo que me interesa...! •- ¡Espera...! De donde yo vengo se dice que el tiburón es el animal acuático más inteligente..., si me comes yo no podré confirmarlo... •- ¿Qué quieres? - preguntó el tiburón. •- Quiero realizar un cambio... Tú me entregas a Dilfen, yo te regalo mis tesoros, yo les contaré a todos de tu gran inteligencia... no importa que yo pierda más que tú... •- Mmm - pensaba Tiburyn - está bien, pero será bajo mis condiciones: El pequeño delfín será liberado, tú me entregarás tus tesoros, pero yo te haré tres preguntas y si no las contestas... ¡te comeré...! •- ¡De acuerdo..! - Felipe temía lo peor, pero ya no podía volver atrás - ¡Si hubiese estudiado...! - se lamentaba. •- Primera pregunta... - dijo el tiburón dejando en libertad a Dilfen - ¿cuánto es dos más dos más tres menos cinco...? Felipe traspiraba de nerviosismo... sabía que Tiburyn no repetiría la pregunta..., de pronto advirtió que Delfos tomaba el lápiz mágico con su aleta derecha y con la otra el súpercuaderno. Telepáticamente, su amigo le traspasó la repuesta.... •- ¡Dos...! - contestó Felipe. •- Segunda pregunta: ¿En qué continente se ubica Chile?... Nuevamente miró a su amigo... •- ¡América...! El tiburón estaba enfadado de no poder comerse al niño. •- Tercera pregunta: ..., antes... entrégame mis tesoros... - quitándoselos a Delfos - ¿Cuál es el pez más inteligente del mar?... Aquí Felipe sentía hasta dolor de estómago. Sabía que la respuesta no le iba a gustar a Tiburyn... Delfos no podía ayudarlo esta vez... •- ¿Quiere que le responda con la verdad?..., es que científicamente se dice algo... pero... sabemos que... - argumentaba el niño. •- ¡Responde...! - gritó el malvado. •- El más inteligente es... el... delfín..., lo siento pero es la verdad. Lo dijo la profesora y mi madre está de acuerdo... - le castañeaban los dientes de miedo - ¡tal vez me equivoqué...! •- ¡Sí, te has equivocado, me mentiste...! - apretando el lápiz de rabia cayeron gotas de tinta sobre sus aletas inferiores - ¡¡¡te comeré...!!! Rápidamente Felipe y Delfos pidieron un deseo: "que el tiburón se convierta en un coral"... El mar empezó a ser más nítido, los esqueletos recuperaron la vida, la guarida se esfumó dejando a su paso el nacimiento de bellas flores acuáticas y caballitos de mar que bailaban de alegría... •- ¡Gracias... Felipe eres realmente un niño muy valiente...! - dijo Delfos abrazando al niño - debemos ir a casa con mi hermano.. •- ¿Cómo regreso a mi hogar...? •- Sólo tienes que desearlo de corazón... La magia la tienes dentro de ti... Cierra los ojos y piensa en tus padres... Recuerda que estudiar te hará inteligente... como un delfín... Felipe cerró sus ojos y en un santiamén estaba en su cama. Miró a su alrededor para cerciorarse que su aventura había sido real. Sobre el escritorio estaba el súpercuaderno y un pequeño coral. No había rastro del lápiz mágico. Al otro día, en el desayuno, Felipe se acercó a su papá y le mostró la primera página del súpercuaderno: •- ¡Te felicito hijo...! Mira Ana, el niño hizo una copia y además dibujó un delfín - exclamó feliz Jaime. •- ¡Qué bien dibujas...! ¡Me alegra que cambies mi amor, es tan importante estudiar, sólo así conquistarás el mundo...! •- ¡Y el océano también, mamá! Felipe era un niño valiente e inteligente.
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