LAS LÁGRIMAS DE LA VIRGEN
Publicado en Jan 23, 2010
Lo típico al llegar de vacaciones de verano: "Realizar una composición sobre lo vivido en los meses estivales"...
José Ignacio, alumno del 6º básico B, sabía que sus vacaciones habían significado algo más que levantarse tarde, no estudiar, ver mucha televisión y jugar al computador; para él significó conocer a su abuelo materno. ¿Cómo podría relatar tantas historias, tantos sentimientos y alegrías en un trozo de papel...? Respiró profundo, tomó el lápiz y deslizándolo en una hoja del cuaderno relató así: """Conocer a mi abuelo, Anselmo, fue lo más importante este verano. Él vive en Temuco, en la Novena Región. Su casa es la más bonita de toda la cuadra, es de madera barnizada con grandes tejas de color rojo, unas ligustrinas verdes le dan el toque del sur, en una esquina del jardín, tallada por mi abuelo en madera de pino, la imagen de la Virgen María nos da la bienvenida, ella tiene un rostro dulce, pero su mirada refleja una tristeza que termina en lágrimas que se asoman por sus ojos... En el patio tiene una huerta donde planta tomate, papa, poroto verde, choclo, perejil, acelga, zapallo y disfruté de los duraznos que sacaba de los árboles, junto a los manzanos, naranjos y limones. Todo es perfecto... Olvidaba relatar que mi abuelo es viudo. Mi mamá tenía sólo siete años cuando la abuela se fue, producto de una larga, cara y angustiosa enfermedad: un cáncer..., no vale la pena contar lo que mi abuelo sufrió ni lo que le afectó a mi mamá. Jamás se volvió a casar y el hermano mayor de mi mamá, mi tío Luis, hizo su vida en Canadá, por lo tanto mi abuelo recibe a veces una carta o una postal, pero no es lo mismo compararlo con un fuerte abrazo. Mi "Tata", así lo llamo cariñosamente, llena su vida enseñando a leer a los niños pequeños que asisten a una iglesia católica donde él participa. Es lo que más me extraña, yo creo que si me pasaran tantas cosas tristes como le pasó a él, tal vez, terminaría sin creer en Dios... Imagínense que sus padres se separaron y su mamá lo dejó dos años en un orfanato, luego vivió con una tía y cuando tenía 12 años (mi edad) su mamá lo fue a buscar y vivió junto a sus tres hermanos hasta que se casó y el resto de la historia ya se las conté... La primera noche, mi abuelo sólo me dijo un frío: "Buenas noches". En mi dormitorio intentaba pensar en lo que yo podría hacer para alegrar a mi abuelo, así tendría buenos recuerdos míos... ¿por qué no vine antes a su casa de vacaciones?... porque no me sentía preparado para estar sin mis padres (ellos no tendrían vacaciones este año porque se habían cambiado de trabajo y llevaban muy poco tiempo). Pude dormir a ratos, hasta que finalmente me despertó una melodía: "Me desperté llorando, que triste estaba el día, vida mía..." Me levanté y fui a la cocina, mi Tata estaba preparando el desayuno: tenía el pan tostado, un tazón de leche con Milo servido y un tazón de leche con Nescafé para él. Voy a relatar textualmente lo que pasó esa mañana, así podrán entender mejor: •- José Ignacio, siéntate y ponle lo que tú quieras al pan. Tengo mantequilla de campo, mermelada casera de mora y queso de cabra... •- Gracias, Tata... - untando la mantequilla y luego colocándole un trozo del rico queso - ¿qué haremos hoy...? •- Las clases en la iglesia las suspendí, mis alumnos están de vacaciones. Pensaba llevarte a tomar un helado a la plaza y presentarte algunos niños para que puedas jugar con ellos... •- Tata, agradezco tu preocupación pero ya tengo amigos en Santiago..., yo quiero conocerte a ti... - dije cauteloso - me gustaría que me mostraras fotografías tuyas, de la abuela, de mi mamá cuando era chica... •- ¡Espera...! - dijo molesto y se levantó a colocar otro disco en el antiguo "Tocadiscos RCA" - ¿Te gusta Carlos Gardel...? •- ¿Quién es, no lo conozco...? - mi mamá nunca hablaba de los gustos de mi abuelo, evitaba despertar el dolor - ¿qué canta...? •- Carlos Gardel era un gran cantante de tangos. Argentina y Francia pelean su nacionalidad... "Acaríciame en sueños...., ..., el día que me quieras..." Me quedé mudo, no pude detener a mi abuelo y lo escuchaba con mucha atención mientras él cantaba. Les recuerdo que hasta ese momento yo sabía muy poco de él... Cuando terminó, advertí en sus ojos azules unas lágrimas que rodaban por sus mejillas. De pronto, se levantó de la mesa y se fue al baño... Afuera, yo estaba nervioso. No sabía si había sido una buena o una mala idea de haberles suplicado a mis padres el permiso para estar con mi tata. Después de unos diez minutos, mi abuelo salió y me habló: •- Creo que no es buena idea que estés conmigo. No quise decírselo a tu mamá para evitar un enojo, pero aquí te vas a aburrir, soy un viejo y no sé como entretenerte. Lo mejor será que hable con ellos y te mande con don Cristóbal que viaja a Santiago mañana en la mañana... - dijo mi tata. •- ¡Abuelo, eso no sería justo! - repliqué - Eres capaz de entretener a otros niños de la iglesia, piensa que yo soy uno de ellos - insistí. •- ¡No es lo mismo..., son en parte mi familia...! - argumentó. •- ¡Y yo...! ¿Acaso no soy tu nieto...? - dije tembloroso - abuelo, no quiero ser irrespetuoso, pero me duele que me digas algo así... •- Tu mamá jamás me llama, tu tío Luis sólo me envía postales en Navidad, nadie se acuerda de mi cumpleaños. La gente de la iglesia me quiere, me respeta y en cierta forma me admira. En cuanto a ti, no nos conocemos, entonces... ¿qué relación podríamos tener...? - dijo triste mi abuelo. •- Tata, yo no tengo la culpa de nada del pasado. Te prometo que el futuro será distinto, anotaré en mi agenda la fecha de tu cumpleaños y tu dirección. Te escribiré cada diez días... abuelito... permite que te conozca... Mi mamá también es fría, a veces quisiera sentir sus besos en mi frente, sus caricias en mi espalda mientras duermo, sus abrazos cuando la pena se anida en mi corazón... •- ¡No sigas...! Tú no lo entiendes, cada vez que yo amo a alguno de mi familia, de mi sangre, lo pierdo... Yo hice todo para salvar a tu abuelita Mariana, vendí dos vehículos, realicé mandas y todo fue en vano... Luego tu mamá se casó muy joven y se fue a Santiago con tu papá; tu tío Luis..., ya no quiero hablar más de ellos. Prefiero entregar mi amor a personas que no me harán sufrir... •- ¡Abuelito...! - dije mientras me acercaba para abrazarlo - si aún amas y entiendes a Dios después de lo que viviste, si la Virgen María también derramó tantas lágrimas cuando perdió a su hijo Jesús y siguió adelante, tú que tienes un corazón grande podrás entregar a tu familia todo el amor que merecemos, tú puedes cambiar el futuro... •- ¡Disculpa..., pero prefiero que hagas tu maleta...! - dijo en tono muy bajo. •- ¡Está bien..., no podrás negar que yo lo intenté...! ¡Ojalá que cuando escuches la canción de tu Carlos Gardel, te acuerdes de este nieto que te pide amor, que te dice: "El día que me quieras..." - le grité llorando. Fui corriendo a mi dormitorio, cerré la puerta y comencé a guardar en la maleta la ropa que había ordenado en la cómoda. Cansado me recosté en la cama y me dormí... Sabía que al día siguiente volvería a mi casa... Desperté como a las tres de la tarde. Todo estaba en silencio. Abrí la puerta y encontré a mi abuelo sentado en el comedor, estaba con unas gubias y con la virgen del jardín en sus manos. Al mirarme se acercó y me habló: •- ¡Toma..., aquí tienes...! - pasándome un álbum de fotos - quiero que me acompañes al cementerio a llevarle flores a mi madre y a tu abuelita... ¡Perdóname..., quiero que te quedes...! - dijo abrazándome - para probarte que cambiaré, quiero mostrarte algo... Mostrándome la virgen tallada por él, descubrí que le había sacado las lágrimas de su rostro y ahora la Virgen María esbozaba una sonrisa. Su rostro era más dulce aún. Abracé a mi abuelo y no nos queríamos soltar, me habló mientras me mostraba cada fotografía. Poco a poco se fueron alejando los dolores y llegó la certeza de que era mejor disfrutar de lo que Dios nos había dejado aquí, en la Tierra. No en vano, en la primera noche en casa de mi tata, me había desvelado pensando cómo alegrarlo. Sabía que nuestra relación cambiaría nuestro futuro y el sentido de nuestras vidas. Mi abuelo me había prometido ir a Santiago una vez al mes, así compartiríamos más historias.""" •- Está bien niños, ahora leeremos vuestras composiciones..., ¿quién quiere contarme la suya? - preguntó la profesora. De pronto, sentí que mi composición era muy "cursi", con mucho sentimiento y me avergoncé de que mis demás compañeros supieran tanto de mí, pero si lo importante era entregar de corazón... ¿de qué me preocupaba...? •- Yo, señorita - dije muy seguro. Al terminar mi relato, todos me aplaudieron y la señorita me felicitó. Olvidaba contarles que mis padres también cambiaron conmigo, en especial mi mamá, que quedó tan sorprendida cuando mi abuelo le escribió una carta que finalizaba con "Tu padre que te ama mucho". ¡Lo que puede hacer el amor..., el amor de verdad!
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Antonia Pars
ANAIS RINCON CARDENAS
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