UNA ENFERMEDAD LLAMADA INTERNET
Publicado en Jan 23, 2010
En la agenda de Emilia, en la letra "P" de "Pareja", leemos muchos links, como http://www.yotebuscotumeencuentras.com/, http://www.parejaseninternet.com/, por mencionarlos de ejemplo.
Emilia es una mujer de cuarenta y dos años, con un hijo independiente y separada hace ocho años, que busca una pareja por internet. Le han contado que a veces funciona e incluso la prima de una amiga del trabajo, se casó con un portugués que conoció por este medio. Ella no pierde la esperanza de que esto le suceda. Comienza su día revisando los mails que indican las posibles visitas, efectuadas a su perfil. Toma el desayuno y observa que en el tarro de su café de siempre, relatan una historia en apenas siete líneas, sobre el encuentro de dos personas unidas por un sorbo de café. También se lee: "Si tienes una historia similar, visita nuestra página http://www.elcafeunidoalamor.com/" Camina hacia el metro de la estación más cercana y revisa prolijamente cada nuevo aviso que indique algún link de encuentro de parejas. Nada nuevo. Llega a la oficina y la secretaria del gerente general, le comenta como gran noticia gran, que el junior ha conocido a una joven rusa y se casará con ella. Apenas puede creerlo: "Pero si Panchito no es nada de buen mozo", acota con cierta incredulidad. Revisa la correspondencia de la gerencia comercial, donde trabaja de secretaria e intenta descubrir algún link en sobres enviados a su jefe: "Tal vez él haya conocido a alguien por este medio... No tendría nada de malo, total es viudo", se dice a sí misma. Sale a almorzar con otros compañeros de oficina y queda asombrada con las historias que éstos relatan: "Conocí a un mino jovencito y me hago pasar por una escolar", "Mi esposa se enojó porque me pilló chateando con una modelo", "Mi prima descubrió que su amante virtual es su esposo", "No cambio a mi maridito por uno de internet, se sabe que siempre mienten", "La pareja de mi hermana tiene cinco horas de diferencia, imagínense el sacrificio de esperarlo todos los días", "Eso no resulta, allí encuentras sólo engaño", etc. No comparte la última observación y cambia el tema abruptamente: "¿Se fijaron en el color del nuevo uniforme?..." De pronto, recuerda que a las tres de la tarde tiene cita con su dentista. Por suerte su jefe estará en una reunión fuera de la oficina y no notará si hay demora. La consulta dental se encuentra en el mismo edificio. Ahí se cobija en las revistas de farándula, donde una reconocida actriz relata cómo ha cambiado su vida, desde que conoció a su pareja por internet, hace tres años. Disimuladamente, quita las hojas de la revista, para terminar su lectura en el baño de la oficina. Son las seis y media de la tarde y la jornada laboral ha finalizado. De regreso a casa, repasa los letreros de la estación de metro e incluso de reojo lee la revista de quien se sienta a su lado. Otro link que llama su atención: http://www.cupido.com/. Va aumentando el número de inscripción. En su dormitorio, contesta sus nuevos mails, y mira la hora en el reloj despertador, que se encuentra sobre el televisor. Esta costumbre la obliga cada amanecer, a salir de su cama, al escuchar la alarma a las siete. Es más de media noche y advierte que no ha encontrado lo que buscaba. El tiempo ha pasado sin advertirlo. En la mesa ha dejado dos notas sin leer, escritas por un amigo que la visita seguido y la invita a cenar. También ha recogido una flor que encontró en la perilla de la puerta. No le ha dado importancia. Ahora se apresura a tomar una pastilla de homeopatía que le induce el sueño, y así estar lúcida en la mañana, para leer los posibles mails de los posibles candidatos a ocupar un lugar especial en su vida. Los punteros del reloj continúan bailando y el tiempo sin detenerse piensa en cómo inventar un remedio para los adictos a internet.
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