Las noches son sólo inconsistencia.
Son lugares palpables y olorosos.
Yo los recorto con la voz de mi sombra
y me añado a lo oscuro en el poniente.
Siento en mí virtud y gallardía
y el tránsito difuso de las constelaciones.
Siento en mí el rumor de una estrella
que se despierta en sí misma ensimismada.
Ante mis pies se cierran los abismos
y se solidifican nubes y arreboles.
Siento entonces que soy sustancia viva
y pertenezco a un reino celeste y mineral.
Las constelaciones me rozan y me miran
mientras la luna para mí retoza.