Mi vresin de los hechos (parte 2)
Publicado en Feb 08, 2010
Segundo: Lo de la desaparición de la colonia de Pablo Silva ¡No andaba yo! Quichel, con su eterna costumbre de esconder las cosas, no se le ocurrió nada mejor que hacerle la talla a Silva, y como el jamás igualado y no siempre bien ponderado inspector Genaro Medina no perdía ocasión para dejarme como chaleco de mono, me incluyó en su tétrico informe.
Tercero: Con respecto a la hoja 59, con fecha del treinta de septiembre del 2002, el poco responsable inspector Fernando Silva declara que la puerta de escape, ubicada en el dormitorio más grande había quedado cerrada con llave ¡Falso! La mencionada puerta, que don Genaro medina ya había puesto en tela de juicio el 20 de agosto de ese mismo año, se encontraba abierta desde el viernes 28 de ese mismo mes y año, pero nuestro inspector estaba tan ocupado resolviendo puzzles que ni siquiera se dignó revisar el internado antes de irnos. Por lo demás, esta puerta sólo se podía abrir por fuera, ya que el protector de la chapa se cayó por mala mantención, dejando el mecanismo del cerrojo libre para beneficio del alumnado y, soy testigo junto a otros compañeros de que pasó abierta todo el fin de semana, o sea, no quedó cerrada con llave la noche anterior. Ya todos conocemos el dicho de la ocasión hace al ladrón, y todos conocíamos la mala costumbre del inspector Silva, que se iba para su casa en los turnos de noche, y claro, el alumnado aprovechaba cada una de sus ausencias para hacer lo que se le diera la gana. Una espesa tormenta cubría el cielo de Mehuín, de un salto bajé de mi litera, me vestí rápidamente y, como le había prometido a Quichel, lo pasé a buscar a su pieza, para dirigirnos a la salida hacia el pasillo principal (él cual separaba el patio de enseñanza básica con el de media), que se encontraba abierta en ese momento, y nos dirigimos a nuestra sala de computación, donde habremos estado por lo menos una hora jugando Starcraft. Cuando decidimos volver nos encontramos con una sorpresa: La puerta del pasillo al comedor del internado, por donde habíamos entrado, se encontraba cerrada con llave. Oviamente don Fernando realizó su última ronda y no se cercioró que todos sus alumnos estuvieran en sus camas. Teníamos dos opciones: Volver a la sala de computación y pernoctar ahí toda la noche, o ir al otro extremo del pasillo, donde había un vidrio roto, por el cual entraba la lluvia, estaba alto y más encima deberíamos hacer un gran rodeo hasta la puerta de escape y llegar mojados a nutras camas. Desesperado miré la puerta que daba al patio de media, a uno de sus vidrios le faltaba una esquina. -¡Quichel! ¡este vidrio lo quebró el viento!-, le dije a mi amigo, mientras el vidrio sucumbía bajo mis puños. La salida de emergencia quedó perfecta, inmediatamente nos dirigimos hacia los dormitorios, pero no habíamos avanzado dos metros cuando una comitiva de internos de media y básica salió a nuestro encuentro, destino: ¡salas de computación! -¡Oigan cabros!, pero esa purta está cerrada- dijo Pablo Sanzana, quien lideraba la marcha. -¡Pasen nomás cabros!¡si Sambra quebró un vidrio!- Gritó mi "mejor" amigo Samuel Quichel, olvidándose de lo que había dicho del viento. A esas alturas deberíamos habernos ido a acostar, pero los chicos de básica nos contagiaron su entusiasmo, y nos devolvimos a jugar otra hora más. Nos habremos acostado pasadas las doce de la madrugada. Como ya dije estaba lloviendo, y nuestros calzados estaban impregnados de agua y barro, quedando estapado en lodo todo el tramo del pasillo entre las salas de media y básica, lo cual nos delató al comenzar nuestra jornada escolar. De más está decir que mis zapatillas las tenía puestas Quichel y mis zapatos los estaba ocupando Raúl Gómez, yo tenía las zapatillas de Giordano, el cual tenía las zapatillas de Tapia y así continúa la historia. Cuento corto: llamaron a Jorge Quijón, el cual relato los hechos con lujo de detalles, ya que el no estuvo en ningún computador, sino que se paseaba constantemente entre las salas computacionales de media y básica. Pero para salvarlo de la jugosa golpiza, que seguramente le íbamos a dar, los inspectores decidieron colocar en la bitácora que el que había contado todo había sido yo. Se omitió, eso sí, que un pequeño grupo no fue a las salas de computación (aunque el libro de crónicas dice que sí), sino que se quedaron en el patio de media jugando basketball, completamente borrachos. Para terninar, Todos quedamos haciendo los aseos hasta final de año en diferentes áreas del internado; yo, por proponer la brillante idea y quebrar el vidrio, fui suspendido por una semana. Pero tuve mi desquite, al otro año me volví a escapar, nuevamente en el turno de don Fernando, a lo que se sumó la fuga de un niño de doce, también en su turno, pero en otra fecha, que pusieron a nuestro querido inspector en serios aprietos, ¡pero eso es otra historia!
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Elvira Domnguez Saavedra
Juan Sambra
Pascual Vizcaino Ruiz
Verano Brisas
Diego Lujn Sartori
Muy buen relado fluido y ameno te dejo por el dos estrellas y el compromiso de seguire leyendo la saga.
Saludos
Diego
Juan Sambra