La vieja y tradicional manera de acercar la publicidad a través de folletería, calendarios, revistas o dípticos, dejados en los buzones o repartidos en mano, no ha sido dejada de lado a pesar de la gran influencia de los medios masivos de comunicación. Incluso, esta estrategia publicitaria ha sabido adaptarse a las nuevas tecnologías. ¿Cuántas veces ha recibido en su casilla de correo electrónico mensajes sobre productos o servicios que nunca solicitó? Su efectividad es la que le asegura la permanencia en nuestras vidas cotidianas. Si bien ninguna empresa, ni profesional utiliza en exclusividad este método publicitario, el conocido “buzoneo”, resulta una logística complementaria importante. En algunos casos es necesaria.

En la actualidad esta larga tradición se ha sofisticado al punto tal que ninguna de las etapas del proceso de esta tarea está sin seguimiento.

El buzoneo en España está regulado y puede ser multado si no se cumplen estas reglas. Es por ello que las empresas que se dedican a esta tarea tienen a su cargo el conocimiento y cumplimiento de esta regulación por parte de todos sus empleados, para no ver amenazada su tarea. Además, cada comunidad difiere de otra en cuanto a la aceptabilidad y recepción de la propaganda en sus buzones.

Es así como, por ejemplo, el buzoneo Barcelona tiene sus características propias, distintas a las de Valencia o Madrid. Cada empresa contratada para esta actividad debe tener conocimiento, no sólo del producto y el perfil de los potenciales clientes, sino también debe tener claro cuál es la actitud de aquellos ante este tipo de publicidad para poder otorgar a sus clientes un buen servicio.

Más allá de lo molesto que pueda ser para mucha gente recibir publicidad en sus hogares, debe tenerse en cuenta que estas empresas generan numerosos puestos de trabajo a la población.