EL ADIS
Publicado en May 03, 2009
El adiós
Desde hace ya Muchos años Que camino Por los tibios, Los luminosos, Los inefables Días de la vida. Y en los primeros, Todo era nuevo, Todo era claro, Todo era libre. Y a pesar de que, Cuando irrumpen las reglas, La armonía de las horas Se hundió en el colapso. Y que desde entonces, Por ensalmo maldito, Por resabios amargos, Por disputas infames, Se murieron Algunos de mis sueños. Disfruté por las noches Con estrellas brillantes, Con la luna redonda, Con mil astros cambiantes. Y en la lenta travesía Que por años y años Me consume la vida, Me inunda el regocijo De los largos, De los días rutilantes. De los cielos azules. De nubes que galopan. Del perfume en los vientos. De los bosques umbríos. De la dulce alegría, De los suaves recuerdos. Y mis magras perspectivas De ignotas aventuras, De hijos que viven, De hijos que sueñan, De hijos que otean Por un raro horizonte. No han hecho Tediosa esta larga rutina. No han hecho prolongados, Los días de trabajo. Ni amargo, El inútil alegato. Ni ruda la demanda. Ni siquiera despreciables Los asuntos de rencores, De relatos de quejas, De responsabilidades insulsas, Ratoneras, mediocres. Ni han insertado Su resabio, En esta ya larga vida, Los rencores. Porque mis manos Se han cargado de magia. Y mis ojos de luz Y mi boca, De palabras y versos. Y de amores. Y de hermosas historias. De inefables deseos. Y ahora , De un adiós que comienzo Presuroso y eterno. SAN JERÓNIMO LÍDICE, A 16 DE ENERO DE 2006.
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