¿ Copiar para qué ? ¿ Calcar, para qué?. Cada mañana es un día irrepetible y el hacedor de versos y el retratista ven el mundo de un modo diferente y más rudo o menos delicado. Crear, crear, crear debe ser el deber del artista prodigio o no, mínimo o no, máximo o no. Sacar provecho de la brillantez sobrevenidas en las arboledas circundantes y el rocío fraguado en los páramos de los adjetivos. Ir detrás de la pincelada nueva o la jerga corriente, buscando con ansia lo novedoso. Así como hay alegría en el nacimiento de un niño o un astro lo habrá en una obra reluciente. Cada cosa creada tiene su virtud y pundonor, y, el que la erige o trae ante los sentidos es merecedor por lo menos de un vago reconocimiento, aunque el respingado crítico o su rijosa esposa se burlen de lo hecho llamandole " bastardo" o "engendro". Hay una pequeña gloria que espejea en la zarza ardiente de la nueva creación y, si es en letras, estas caminarán por el mundo transitando de boca en boca y lejos de las codicias como un ser bípedo, cristalino y emancipado.