Las sombras arden
en las cuatro esquinas de mi cama.
Tú estarás, quizá, en otro hemisferio
entregando a otro tus formas femeninas.
Pero aún está aquí tu fogosidad
y los destellos de tu insistencia.
Mezclados en la bruma de la estancia romántica
donde nos entregabamos en continuo oleaje.