Con el mismo libro
Publicado en Feb 02, 2010
LA LECCIÓN
Aunque algunas etapas de estudiante las pasamos de noche, hay vivencias que nos llevan a recordarlas gratamente, como me pasa con el primer taller de lectura de la preparatoria, del que recuerdo, entre muchas otras, una tarea que nos fue asignada. Ésta consistía en que después de una reseña oral entregaríamos por escrito un resumen de un libro, cualquiera, con la condición de que fuera de elección personal y de una extensión no menor de cien páginas. Era la tarea más fácil que tenía. Resumir un pequeño libro que leí de corrido, me parecía más que sencillo. No por eso, puse todo el empeño al construir cada párrafo de manera concreta. Me resultó tan simple hacerlo que lo entregué al maestro antes de la fecha establecida. Sorpresa me llevé al entregar mi trabajo, cuando el maestro dijo: -Estás aprobada y con diez, tan sólo por la elección. Enseguida se escucharon exclamaciones... ¡qué!... ¡porqué!... Mis compañeros desconcertados e inconformes, me pidieron les mostrara el libro y así lo hice. -Uy profe, eso hubiera dicho -protestaron- -No, de eso se trata. De que yo me dé cuenta cómo son y como piensan por lo que leen -dijo convencido- Sí que se vio arbitrario, pues me parece que debió establecer las reglas. Si sólo de ponernos a leer y resumir se trataba, creo que no debió importarle el tipo de literatura, máxime que las lecturas de algunos de mis compañeros -fórmulas para el éxito y vidas trágicas de adolescentes- se prestaba para que el maestro criticara y sugiriera. A mi conveniencia me quedé con el mérito. No quise decirle que este libro ni siquiera lo elegí, me lo regalaron y fue el primero que encontré. Además, antes de decidirme por este libro, consideré más bien otras opciones como El vampiro de la colonia Roma o Júrame que te casaste virgen, lo que afortunadamente no le dije, porque con esas razones para calificar quién sabe cómo que habría ido. Agradecí que mi maestro no haya leído ni siquiera el comentario que puse al final del trabajo que decía porqué no me había gustado el libro. Esta fue una experiencia de lo que consideré yo no haría, si alguna vez tuviera la oportunidad de guiar algún taller de lectura. RAQUEL A Raquel le causó mucha curiosidad y enseguida me pidió el librito prestado. Según ella lo devoró y me lo regresó a los dos días. -Aquí está tu libro, gracias. Pinche viejito, de tan descriptivo me duerme, además es exagerado. Me sentí un poco decepcionada de su comentario, pues hasta ese día habíamos coincidido en preferencias sobre muchas lecturas. No me atreví a decirle que precisamente esa descripción es la que pareció cautivadora, pues casi le creí al escritor la anécdota sobre Álvaro Obregón para encontrar su brazo mutilado. Además, me permitió imaginar perfectamente desde un militar macho de la revolución mexicana, una mujer sumisa de principios de siglo veinte, una viejita solitaria conviviendo con un miserable niño discapacitado abandonado en una vecindad que fue palacio virreinal; la vida excéntrica de un solterón y su criado un homosexual, e incluso, una picaresca encerrona entre un adolescente, niño bien de familia santurrona con una indita "cualquiera" como su familia le decía, de la que aún recuerdo que imaginé con ayuda del escritor, su sonrisa con coronillas doradas y su fleco con brillantina. Pasó por mi cabeza la posibilidad de que Raquel se haya sentido aludida con la descripción que contenía el librito de una persona voluble, un tanto excéntrica y aislada por la sociedad. Ni modo. Este librito me permitió ver que en gustos se rompen géneros y no todo es para todos. CAMACHO Y precisamente ese librito fue el motivo de que el tipo popular e inalcanzable del salón me hablara. Era el compañero que nunca falta, típico galán, arrogante, majadero que además se decía inteligente. Camacho, esperó el momento en que estábamos en receso para entregármelo, pues siempre le gustaba tener público para que escuchara sus palabras soeces. -Qué jalada eso del Plutarco Vergara el de la verga rara, será extraterrestre el cabrón ¿verdad?... Y qué desgraciado el General, cómo que matar a su nuera tan bonita por celos... ¿si verdad? ¿o ella se suicidó?... ¿y eso del apareamiento de tantos perros callejeros, qué onda?... y la pinche Martincita, fea hasta chingada, ah pero eso sí, calenturienta la cabrona. Yo que quedé callada, solamente sonreí. Al parecer Camacho me estaba dando la "reseña oral" de mi libro, de tal manera que me hizo recodar aquella idea de que la retención de situaciones y nombres nada tiene qué ver con comprensión de lectura, además, como dicen los que saben, él encontró perfecta conexión de algunas partes de la lectura con sus propios intereses y experiencias, por eso le significaron y las recordó inmediatamente. EL TRECE Pues sí que la curiosidad hizo leer mi librito a mis compañeros. Anduvo de mano en mano. El "trece" era el apodo de un compañero de quien casi nadie recordaba su nombre. Era un chico serio y callado, y el que más leía del salón. Él me dijo sencillamente que le gustó porque le parecía "digerible". No recuerdo bien las palabras de su comentario pero dijo del General Vergara algo así como que era un corrupto, maldito, necio y loco que destruyó la vida de su hijo Agustín. Del nieto Plutarco Vergara dijo que tenía un dilema como el que él vivía en ese momento, pues no sabía para qué lado hacerse. Tenía un buen papá que le daba materialmente todo y un abuelo que lo entendía y escuchaba. Recuerdo que con tristeza me dijo que le daban la impresión que se disputaban su cariño y en la misma proporción sentía agradecimiento por su padre y admiración por su abuelo, así como Plutarco. Me dijo que le parecía muy interesante la historia por la forma como unió el escritor los cuatro relatos, muy discretamente, casi imperceptible. En el primero, el General Vergara y su esposa tenían una criada, la que corrió cuando quedó viudo. En el segundo, esa vieja criada vive en un cuarto de vecindad (que paga el General) y que es donde convive con su vecino, un niño lisiado abandonado. La tercera historia es sobre el dueño de la misma vecindad, un soltero solitario que muere a manos de unos delincuentes en su propia casa. En la cuarta historia un joven "niño bien" de familia mojigata es llevado por sus tíos empleados de una gasolinera, a tener su primera experiencia sexual. Ésta historia a su vez se relaciona con el primer relato porque el dueño de la gasolinera es precisamente el hijo del General, el licenciado Agustín Vergara, papá de Plutarco. También, dijo era muy bueno el libro, como en todo, hasta que conocemos algo mejor. UN REGALO Aunque era febrero loco, hacía mucho calor. Yo impaciente lo sentía aún más por la intranquilidad que produce hacer algo a escondidas. Decidí ausentarme toda la tarde de las clases porque, lo más importante para mí en ese momento no era la escuela. Ya me dolía el cuello de voltear a buscar el vocho rojo en el bulevar. Frente a la prepa, nerviosa, junto a un pino para pasar desapercibida esperaba con mi mochila al hombro, festejar con César, mi casi novio, el día de la amistad en la ciudad de Guanajuato. Por fin se aparece, mi esperado amigo demorado. En el trayecto, inquietos, hablamos mucho y a la vez no nos dijimos nada. Que si la carretera, que si su novia, que su trabajo. Me pidió que lo acompañara a casa de una amiga que vivía por el Hormiguero y de ahí fuimos a tomar un café por San Diego. No me declaró abiertamente nada, aunque me dijo que lo pasaba muy bien conmigo y que tenía la sensación de que ya había vivido esa escena de estar sentados tomando un delicioso café casi al anochecer en el centro de Guanajuato. Nos despedimos en la esquina de la prepa y a la hora que debían terminar las clases. Recuerdo que me dijo, despistadamente, traigo para ti este libro. Espero que te guste. Aunque lo tuve unos segundos en mis manos, ni siquiera el título leí y menos el autor. Simplemente lo eché a mi mochila y le dije gracias al despedirnos de beso en la mejilla. Llegué a la casa procurando aparentar calma, pero con el pulso tan acelerado que me lo escuchaba. Mi mamá estaba a la entrada, esperándome. -Vino tu amiga Vero a buscarte -me dijo- le dije que todavía no llegabas, que no tardabas. Te dejó esas flores. La voz de mi mamá me dejaba percibir su molestia. Me miraba atentamente como pidiéndome explicaciones. -Ah... es que... hoy salí temprano de la escuela y aproveché para ir a buscar el libro que te había dicho... el de Física, si... primero fui a la librería que está hasta las Reynas, después a la del centro y no lo encontré... mira incluso compré éste... Yo, creyéndome astuta saqué el libro empaquetado. Nunca imaginé qué hábilmente César abrió por un costado el celofán, muy discretamente y había metido un separador de lectura que quedó justamente junto al título AGUA QUEMADA. En esa tarjeta anotó, además de la fecha de ese mismo día del amor y la amistad, una frase que decía "Hoy hiciste realidad un sueño en Guanajuato"...
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Alma Andrea
gracias por lo que dices de este ejercicio.
Eres muy generoso. Te envío mi saludo amistoso
y un abrazo.
Alma Andrea
Recibo gustosa tus regalos amigo.
Sabes que te aprecio
te envío mi agradecimiento
y un abrazo.
Edgar Omar Neyra
Un gran abrazo.Mucha suerte.
Saludos.Estrellitas.Mis admiraciones para tì.
Tù amigo siempre fiel..Edgar Omar!
JUAN CARLOS
Besos,cariños y mi admiración..
Te quiere mucho..Juan Carlos..
Alma Andrea
Eres generoso con esos adjetivos. Me motivas.
Saludos amigo.
Gustavo Adolfo Vaca Narvaja
Felicitaciones
Alma Andrea
por leer y comentar
qué bueno que te gustó
Saludos amiga!
Alma Andrea
Me alegra que te gustaran precisamente esos dos.
Saludo y abrazo.
alma
Daniel Florentino Lpez
Muy fluidos, bien narrados
Los que más me gustaron: La lección y El regalo
Un abrazo
Tu amigo
Daniel