A salvia, menta y eucaliptos
Publicado en Feb 03, 2010
Sabes a salvia, menta y eucalipto
cuando te beso dormida, mi preciosa. Me atrevo a quitar tu corpiño y virar con pericia en todo tu continente. Mis ojos se enredan en tus domos y dunas y soplo en los arreboles de tu ombligo. Sueltas una carcajada y te despierdas aún pincelada de sopor. Eres la vianda que hincaría al viandante. Apenas reparo y ya estás sobre mí. Me llenas del vértigo que traen las gacelas cuando se incendian a la hora del celo. Nos tallamos besos indelebles y nos sumergimos en gozo hasta el mediodía. Somos fuerza, tesón y calidez y oleaje irreflexivo que transita la estepa.
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